1.2. Vínculo entre hermanos

La relación fraternal es una de las más complejas que existen por ser, potencialmente, la más prolongada en el tiempo. Tiende a sufrir cambios, pues se alternan épocas en que la intensidad de la relación es mayor con otras en que es menor, y en ello juegan un papel muy importante las diferentes etapas de la vida de cada hermano. Por ello, es necesario distinguir entre las relaciones entre hermanos adultos y entre hermanos menores de edad.

 

Hermanos menores


La relación entre hermanos pequeños puede verse alterada cuando es uno de ellos quien enferma y también cuando el cáncer afecta a uno de los padres.


Como se ha comentado en el epígrafe Relaciones entre padres e hijos, la rutina de los niños tras el diagnóstico de cáncer en uno de los padres cambia, y eso tiene implicaciones en su bienestar y en sus emociones. Es posible que tu hijo haya tenido reacciones de tristeza, soledad o culpabilidad, que hayan afectado a la relación que mantiene con el resto de sus hermanos. Conocer sus preocupaciones es necesario, pero también lo será crear dinámicas en las que participen todos los hermanos. El propósito será favorecer el apoyo mutuo entre ellos, reducir el aislamiento que pueda vivir cada uno y crear un sentimiento de unidad ante la adversidad.


Otro escenario tiene lugar cuando la persona que enferma es uno de los niños pequeños. En este caso, también puede suceder que su hermano pase por una etapa de desorientación y malestar debidos a los cambios en la dinámica familiar. Quizá haya tenido sentimientos de culpabilidad por no entender lo que estaba pasando, o se haya sentido aislado. Durante la enfermedad, su hermano ha recibido la mayor parte de los cuidados, y no debemos olvidar que todos los niños han de tener su espacio para que su desarrollo sea adecuado. Por ello, los hermanos del niño con cáncer vivirán también un proceso de recuperación y de reorganización, y este camino debe realizarse de forma coordinada con el de sus hermanos.


No solo el niño que ha estado enfermo se beneficia de una información adecuada sobre el proceso vivido; esa información es también muy valiosa para el resto de los miembros de la unidad familiar, siempre que el lenguaje se adapte a la edad, comprensión y situación personal de cada uno. La información facilitará la adaptación de todos ellos, incluidos los más pequeños. Es conveniente que los niños entiendan por qué su vida ha cambiado, pues así se evitan los sentimientos de soledad o culpabilidad. Puedes obtener más información a este respecto en el capítulo 3, Las emociones del superviviente.


Es normal que el hermano del niño que ha tenido cáncer pase por momentos de incertidumbre, pues no sabe qué está pasando o qué sucederá, o de preocupación al ver a su familia triste, o de enfado debido a los celos que le causa el exceso de atención a su hermano. Estas reacciones pueden reflejarse en comportamientos de rechazo ante el hermano que tiene o ha tenido cáncer. Aunque esta situación tiende a producirse en mayor medida durante los tratamientos, es importante que conozcas qué ha pasado para actuar y prevenir posibles problemas de conducta de tu hijo.


Para afrontar esta situación, es necesario compartir momentos en familia, dar también prioridad a las preocupaciones y necesidades de los hermanos y procurar que todos podáis hablar de la enfermedad sin tabúes.

 

No debe existir una asimetría entre hermanos, ya que influye en la relación que mantengan entre ellos. A este respecto, no conviene adjudicar al niño un rol de cuidador o de excesiva responsabilidad, por el sentimiento de frustración que puede generarle si las cosas no van bien, y también para prevenir un exceso de autorresponsabilidad y estrés.


Después del cáncer, hay que recuperar los hábitos que los hermanos pudieran tener antes del diagnóstico, en el caso de que estos no se hubieran mantenido durante los tratamientos. Del mismo modo, es aconsejable intentar no dar por hecho que los niños han superado emocional o socialmente el proceso oncológico. Conviene considerar que el cáncer probablemente haya alterado el día a día de todos y que es posible que les cueste volver a la normalidad tras la experiencia vivida.

 

Hermanos adultos

 

Afrontar esta enfermedad en la edad adulta te permite contar con más recursos para hacerle frente. Aun así, la noticia del diagnóstico de cáncer en uno de los hermanos suele recibirse como un jarro de agua fría no solo por los temores que genera, sino también porque nunca se espera que algo así nos pase a nosotros o a alguien tan cercano.

 

La relación entre hermanos tiende a caracterizarse por una vivencia común de experiencias muy similares, principalmente en la primera época de la vida. Aunque a lo largo de los años habrá habido momentos en que os hayáis distanciado o acercado, los lazos de unión permanecen en el tiempo.


Vuestra manera de afrontar el cáncer habrá sido muy diferente, en función de la intensidad y las dinámicas de la relación que hayáis mantenido y del carácter y personalidad de cada uno. En muchos casos, los hermanos juegan un rol imprescindible para la reincorporación social tras la remisión, y podéis ayudaros mutuamente a incorporar a vuestra vida actividades o hábitos que generen bienestar y alejaros así de las implicaciones de la enfermedad. Además, puedes encontrar en tu hermano una persona de confianza con la que poder desahogarte y expresar muchas emociones que quizá tengas reprimidas o no hayas compartido con otras personas.


La experiencia del cáncer puede fortalecer vuestra relación o, en algunos casos, debilitarla, como consecuencia de las expectativas de apoyo y comprensión no cumplidas. Tu hermano debería ser una figura principal de soporte en la gestión de la información, especialmente con respecto a vuestros padres. Conoce las particularidades y circunstancias que giran en torno a tu familia y, aunque podáis tener diferencias de opiniones, es muy útil conocer la perspectiva de otra persona para saber qué pasos debéis o queréis tomar. En caso de surgir conflictos, conviene afrontarlos y no mirar para otro lado, siempre buscando el momento oportuno. No es recomendable forzar conversaciones, especialmente cuando la otra persona esté irascible, enfadada o cansada, ya que su reacción o respuesta puede estar más ligada a su estado de ánimo que a lo que realmente piense.


Los hermanos también pueden ayudar en el manejo de las emociones. La confianza y el conocimiento mutuo permiten reconocer emociones que están ocultas, sea de forma intencionada o no (culpabilidad, tristeza, vergüenza…). Poder identificar esas emociones y verbalizarlas es el primer paso para hacerles frente.


Uno de los momentos que más puede afectar a la relación entre hermanos es aquel en el que se produce el diagnóstico de la enfermedad en uno de los padres. Es entonces cuando los hijos juegan un rol fundamental, y lo conveniente es que se pongan de acuerdo sobre cuestiones como el apoyo a sus padres, el régimen de cuidados, la ayuda mutua, etc. Es aconsejable que tengas en cuenta que los conflictos no resueltos durante la enfermedad pueden alterar la relación que tienes con tu hermano y las expectativas que tenéis el uno del otro.

La familia es el núcleo principal de apoyo durante la enfermedad y tras los tratamientos continua teniendo un rol fundamental en la vuelta a la cotidianidad. Vivir un proceso oncológico impone restricciones a todos los miembros de la familia, por lo que es necesario un periodo de reajuste y adaptación individual y colectiva. Emplear las potencialidades y roles de cada uno, y generar dinámicas que permita el desahogo emocional del grupo, son algunas de las propuestas para poder afrontar de forma colectiva la vida después del cáncer.

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0-Manual1-Volver-a-la-normalidad2-Atencion-medica3-aspectos-emocionales4-autocuidado-y-bienestar5-opciones-legales6-asociaciones-de-pacientes

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