3.1. Entorno social

A raíz de la enfermedad, es posible que sientas que tu entorno social ha cambiado. La enfermedad ha podido alterar la dinámica de tu grupo de amigos o provocar cambios de actitudes en algunas personas de tu entorno, que te habrán sorprendido positiva o negativamente.


“Hay gente que te sorprende mucho porque no crees que vaya a reaccionar así, que se vuelquen tanto. Sin embargo hay otros que están más cerca y deciden apartarse” Ana Huete (paciente y familiar)

 

Las sorpresas negativas o decepciones proceden de las expectativas de apoyo que tienes de alguna persona y de la percepción de que estas no se han cumplido. Reflexionar sobre el origen de esta decepción y el sentimiento que nos genera es positivo para intentar darle un sentido. Ten en cuenta que esa persona puede tener diferentes motivos para distanciarse que tú ignoras. Conocerlos te ayudará a tomar una decisión más razonada acerca de esa relación.


Aunque se trata de una enfermedad socialmente conocida, muchas personas tienen temor o se sienten incómodos al hablar con una persona con cáncer. El origen de estas sensaciones es no saber asumir el dolor o malestar que nos transmite y, de la misma forma, no saber cómo confortar u ofrecer apoyo. Hay quienes deciden distanciarse para evitar estas situaciones y pueden considerar, incluso, que lo hacen para respetar la intimidad de quien está «sufriendo» un cáncer. Aunque la percepción social de la enfermedad está cambiando, todavía hay muchas personas que la conciben como un proceso de dolor y sufrimiento que debe ser vivido en la privacidad de la familia. Prefieren mantenerse al margen y, de esta forma, protegerse también ellos mismos de la exposición al dolor. Esta es, además, una forma de escapar de la sensación amenazante de que cualquiera puede tener cáncer y de que nadie es inmune.


Situaciones como esta pueden haberte generado un malestar adicional y reacciones de rabia, impotencia o incluso culpabilidad. Las expectativas que tenías de estas personas no se han cumplido y eso siempre es decepcionante. Puede que no te resulte reconfortante, pero el distanciamiento en momentos como este responde en muchas ocasiones a una propia debilidad, que no tiene que estar asociada a la relación de confianza que hayáis mantenido. Eso sí, cuanto más intensa sea esta relación, menores posibilidades de distanciamiento habrá y mayor será el sentimiento de decepción y frustración en caso de que se produzca.


Otro motivo de distanciamiento tiene que ver con la falta de reciprocidad en vuestra amistad. En la relación entre dos amigos se entiende que las circunstancias obligan, en ocasiones, a que uno dé más que otro sin esperar nada a cambio. Sin embargo, eso no significa que durante o después de la enfermedad todo deba girar en torno al paciente o al familiar. Si así sucede, es natural que la otra persona pueda haberse sentido abandonada, ya que su vida debe continuar y tiene que hacer frente a diferentes dificultades, ante las cuales no ha podido contar contigo. Convivir con el cáncer y los tratamientos de la mejor forma posible es una de las prioridades principales para la persona que vive un proceso oncológico, pero su entorno puede tener otras preocupaciones que también requieran atención (enfermedades, problemas económicos, rupturas…). El rol de amigo lleva consigo la responsabilidad mutua de apoyar al otro y esa consideración debería estar siempre presente para ambos.


Cabe destacar que el distanciamiento también puede producirse por un sentimiento puramente egoísta del otro, que decide continuar con su vida sin querer implicarse en tu enfermedad. La imposibilidad de conciliar la vida que desea con los efectos secundarios de los tratamientos que estabas recibiendo, si eres paciente, o bien, si eres familiar de un enfermo, con los cuidados que has de dar ahora, puede crear a tu amigo una falta de motivación que le llevará a distanciarse de ti. Es natural que tú sientas rabia, soledad o impotencia, al no poder dar un sentido lógico a vuestra ruptura. Tal vez te ayude a encontrar alivio entender que el «abandono» podría haberlo causado cualquier otra circunstancia complicada y que solo era cuestión de tiempo. Incluso puede que te sientas satisfecho al saber reconocer quiénes son tus verdaderos amigos.


En definitiva, conocer el motivo del distanciamiento será la clave para reanudar esa relación, si así lo deseas. Quizá sea conveniente acercarse a la otra persona y conocer sus razones, pues de esta forma tendrás otra percepción que tal vez no habías considerado. Además, conviene entender que es humano cometer errores y que no todo el mundo reacciona igual ante situaciones de crisis.


Por otro lado, una relación de amistad no siempre se debilita en estas circunstancias. Vivir experiencias intensas favorece el intercambio sincero de sentimientos, emociones o expectativas, permite un mayor conocimiento del otro y mejora la complicidad entre los amigos.


Además, es posible que hayas vivido reacciones muy positivas por parte de gente cercana a ti, incluso de aquellos en los que no depositabas grandes expectativas. Tal vez hayas «descubierto» a personas de tu entorno con las que anteriormente no tenías una afinidad especial y que durante la enfermedad no solo han sabido ofrecerte su apoyo, sino también compartir contigo muchos momentos de complicidad. Quizá, en este camino, hayas conocido a otras a quienes no esperabas. No es habitual pensar que puedan crearse vínculos muy estables con otros pacientes o familiares a raíz de la enfermedad. Sin embargo, es destacable el grado de complicidad y apoyo mutuo que se crea entre quienes han vivido situaciones comunes. La comprensión por la vivencia de experiencias similares hace que, de forma natural, surjan espacios en los que expresar emociones sin miedo a sentirse enjuiciado o a dañar a la otra persona.


Estas relaciones son muy positivas, tanto para afrontar la enfermedad como para adaptarse a la vida después del cáncer. Pero siempre habrá que evitar el efecto contagio que puede causar la exposición a las emociones de la otra persona y saber que cada uno tiene un proceso de adaptación diferente. Vivir la recaída de ese amigo o las dificultades de su vuelta a la normalidad son algunos de los riesgos de estas relaciones. Aunque no puedas evitar el dolor que te produce el malestar de un amigo, has de tomar conciencia de que la enfermedad es distinta en cada persona, como también los son sus circunstancias. Lo que pueda sucederle a él no tiene por qué pasarte a ti.


El rol del amigo o familiar es fundamental, ya que será una de las piezas clave para conseguir una adecuada readaptación a la vida cotidiana. No hay que subestimar la preocupación y temores que han podido tener o tienen tus allegados. Por tanto, es importante que les transmitas cómo te sientes y les des así la posibilidad de actuar y desempeñar un papel activo en tu vida.


Es aconsejable, para evitar conflictos y afianzar la relación de amistad, que tengáis en cuenta los cambios de valores y prioridades que pueden producirse como consecuencia de la vivencia del cáncer. Estos cambios pueden dar origen a nuevos hábitos o actitudes que deben ser integrados en la relación de amistad, para que ambos continuéis sintiéndoos cómodos y vuestra dinámica no se vea afectada negativamente.

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