6.3. Aspectos psicológicos de la sexualidad

 

Los tratamientos oncológicos son, en algunos casos, los responsables de problemas en la sexualidad del superviviente. Sin embargo, el origen de estos trastornos está relacionado con frecuencia con aspectos emocionales, o bien estos desempeñan un importante papel a la hora de afrontar tu recuperación. En el epígrafe anterior hemos abordado las posibles soluciones a las consecuencias de los tratamientos en el ámbito de la sexualidad. En este apartado nos centraremos en los aspectos psicológicos de estos problemas y en qué puedes hacer para manejarlos.

En el momento en el que finalizan las terapias surgen preocupaciones relacionadas con el aspecto físico o con las huellas que haya podido dejar la cirugía. También influye el bajo estado de ánimo y la autoestima o la ansiedad, al pensar que no podrás retomar tu vida sexual en las mismas condiciones en las que la dejaste antes del tratamiento. Todos estos factores pueden causar diferentes disfunciones sexuales y, por tanto, mermar tu calidad de vida.

La sexualidad es un factor más en tu bienestar y, por tanto, es importante prestarle la atención adecuada, con el fin de recuperar esta parcela que, tras la convalecencia, quizá se haya visto afectada. De esta forma, lograrás recuperar tu calidad de vida no solo en lo que respecta a la esfera pública, sino también en aquella más privada.

Emociones y sexualidad

El miedo a que tu cuerpo no sea el mismo, el hecho de que las cicatrices se conviertan en el centro de tu atención en los momentos más íntimos o incluso la sensación de que ahora ya no resultes atractivo, supondrán un freno para retomar tu sexualidad. También puedes sentir temor a no dar la talla o incluso a no excitarte o no ser capaz de hacer disfrutar a tu pareja. Sobre todo en el caso de las mujeres, una de las consecuencias de los tratamientos es el dolor durante la penetración, por lo que el miedo psicológico a que esto ocurra también puede suponer un lastre en vuestra vida de pareja.

Es importante que conozcas que la ansiedad y el exceso de control reducen la respuesta sexual e inciden en la disfunción que te afecta ahora, aumentando incluso la sensación de dolor que pudieras tener. La percepción que tienes de ti mismo es un aspecto clave en este ámbito porque es en los momentos más íntimos en los que te mostrarás tal como eres físicamente. Es importante que te aceptes y que te sientas aceptado para poder dejarte llevar en esos momentos. De esta forma, poco a poco, llegarás a disfrutar plenamente de tu sexualidad. Esta es un aspecto relevante para cualquier superviviente, independientemente de su condición sexual y de si tiene o no pareja.

Quizá durante los tratamientos haya disminuido la frecuencia de tus relaciones, o tal vez no hayan existido. Retomarlas puede darte la posibilidad de sentirte pleno y reconciliado con tu cuerpo.

Para abordar los trastornos sexuales desde el aspecto psicológico es importante que los objetivos estén adaptados a tus características físicas, psicológicas y sociales y, por tanto, iniciar un acercamiento progresivo. Además, también hay que tener en cuenta otros aspectos como la edad, las experiencias previas, la calidad de la relación de pareja o la personalidad.

Encontrarás más información sobre las emociones en el capítulo 3, Las emociones del superviviente.

El sexo en pareja

Aunque tú seas el superviviente y quien tiene dificultades para retomar la vida sexual, hay que tener en cuenta que una relación sentimental es siempre cosa de dos. Quizá tu pareja esté preocupada, tema actuar de alguna manera que pueda dañarte o presionarte y, por ello, evite hablar de los problemas que os afectan en el terreno sexual. En estos casos, puede ocurrir que tú interpretes esos silencios como falta de interés o creas que ahora ya no quiere tener relaciones sexuales contigo debido a los cambios físicos que has experimentado. De ahí que la adaptación sea un proceso que os afecta a ambos de forma paralela.

La comunicación con tu pareja es fundamental para recuperar vuestra vida sexual

El primer paso para deshacer esos nudos que hay ahora entre vosotros es la comunicación. Gracias a ella, ambos podréis poneros en el lugar del otro, sentiros más cómodos en vuestra posición y comprender más fácilmente las reacciones del otro en este momento de la relación. Sé permisivo contigo mismo y facilítate el tiempo necesario para retomar tu actividad en este ámbito, como probablemente lo estés haciendo en otros aspectos, y hazlo sin perder de vista la comunicación con tu pareja para ir adaptándoos a cada paso. Es probable que hayas sobrevalorado lo que él o ella espera de ti y conocer su perspectiva te ayudará a reducir la presión que tú mismo te estás imponiendo. También es importante que le expliques cómo puede ayudarte ya que, con frecuencia, esperamos que los demás adivinen cómo nos sentimos. Hablar sobre ello evitará malentendidos y ayudará a que vuestras posiciones se acerquen.

Otro aspecto importante para recuperar vuestra vida de pareja es eliminar ciertos mitos relativos al sexo que, con frecuencia, añaden presión y malestar a algo que debe ser placentero. Culturalmente, el sexo está asociado al éxito personal (especialmente en el caso de los hombres) o incluso a una obligación dentro de la pareja. Además, solemos entender por sexo únicamente el coito.

Una sexualidad “normal” es aquella con la que te sientes cómodo, ya que la frecuencia o el tipo de relación estándar varía mucho de unas personas a otras. No te obsesiones con formar parte de una supuesta media o de conseguir la frecuencia de relaciones que tenías antes, ya que puedes encontrar una sexualidad nueva y, quizá, más rica que la anterior.

Ampliar tu perspectiva y cambiar estas ideas reducirán la presión sobre ti y te ayudarán a acercarte al sexo de forma relajada.

Paso a paso en pareja

Retomar la confianza en ti mismo es un proceso progresivo. En estos primeros momentos es aconsejable que, junto a tu pareja, planifiques las relaciones sexuales en los momentos en los que te sientas más seguro o motivado. Preparar un ambiente agradable e íntimo os hará sentir más cómodos.

El siguiente paso será disminuir tu ansiedad ante prácticas que puedan resultarte a priori dolorosas. Quizá sea positivo para ti no centrarte en tu rendimiento ni plantearte el coito como el objetivo principal. La finalidad ahora es aumentar tu confianza en ti mismo, eliminar la presión que sientes así como generar un ambiente seguro y confortable que te permita relajarte. La principal tarea en estos primeros pasos será conseguir un mayor placer sensual, evitando la excitación genital. Céntrate en las caricias, los masajes y, en definitiva, en el conocimiento corporal tanto propio como de tu pareja. Una buena comunicación (verbal y no verbal) con tu compañero os ayudará a manifestar deseos, inquietudes y miedos. Todo ello allanará el camino hacia un mayor disfrute de vuestra relación.

Es fundamental mantener, todo el tiempo que sea necesario, este «ritual» de inicio gradual hasta que cese tu incomodidad, tanto contigo mismo como con tu pareja. Cuando lo hayas conseguido podrás incorporar a tus encuentros una mayor excitación sexual, y ahora sí, la estimulación de la zona genital. Recuerda que el orgasmo no tiene que ser el objetivo. La finalidad sigue siendo el conocimiento mutuo. Mantén esta fase hasta que os sintáis seguros para dar un paso más.

Continúa avanzando poco a poco para concentrarte en la estimulación genital que, en último término, dará paso al coito u otras prácticas, siempre de forma gradual y sintiéndote cómodo. En este sentido, dependiendo de la disfunción que presentes podrás aplicar diversas técnicas de estimulación genital, tanto si eres hombre como si eres mujer.

Esta estimulación previa al coito, con el fin de facilitar el orgasmo en las mujeres y el mantenimiento de la erección o la eyaculación adecuada en los hombres, será beneficiosa para ambos.

¿Cómo abordar las disfunciones sexuales?

A continuación describiremos distintas estrategias que pueden realizar de forma autónoma tanto hombres como mujeres para disminuir algunos problemas a la hora de acercarse a la sexualidad tras los tratamientos.

En los hombres

La disfunción eréctil y la eyaculación precoz son los problemas sexuales de origen psicológico más frecuentes en los varones. Ambos trastornos están muy relacionados con la ansiedad en diferentes fases de la respuesta sexual. Por ello, es importante descartar que estos problemas se deban a causas físicas. Una manera de comprobarlo es averiguar si se producen erecciones durante el sueño.

Tras los tratamientos oncológicos irás retomando tu interés por el sexo de forma paulatina. Este acercamiento progresivo a la sexualidad y al autoconocimiento implicará que vuelvas a mirarte, tocarte y estimularte con el fin de reconciliarte contigo mismo y con las sensaciones que te proporciona tu cuerpo.

Las disfunciones en la erección suelen ocurrir cuando hay una ansiedad excesiva previa a la relación sexual, en ocasiones motivada por una alta presión de rendimiento autoimpuesta. Una opción que podría ayudarte a recuperar tu confianza es la masturbación. Estimulate hasta conseguir una erección consistente y, después, detente hasta que la erección cese; seguidamente, comienza de nuevo. Este tipo de ejercicios te ayudarán a dejar atrás el temor a perder la erección y te demostrarán que puedes volver a conseguirla. Otra opción es complementar esta técnica con el uso de literatura erótica, para facilitar el mantenimiento de la excitación en solitario. Una vez que comiences a sentirte seguro podrás practicar la técnica en pareja. Si tienes una relación estable es recomendable que sigas los pasos que explicamos en el apartado Sexo en pareja, con el fin de que el acercamiento sea progresivo y se favorezca el crecimiento mutuo. Si mediante la masturbación, tanto en solitario como en pareja, has conseguido erecciones consistentes y eyaculaciones satisfactorias, puedes avanzar hacia el coito.

Comienza con una penetración breve, que puedes completar con una estimulación manual hasta que esta penetración sea, poco a poco, más prolongada. Mantén una comunicación fluida con tu pareja para poder avanzar en las fases que te describimos. Si no tienes pareja, podrás centrarte en las primeras partes del entrenamiento para aumentar tu seguridad.

Si los problemas de erección no mejoran, acude a un profesional de la sexología para que te asesore, individualmente y con mayor detalle, sobre las soluciones más adecuadas para ti.

Si has tenido una escasa vida sexual durante los tratamientos, puede que ahora te notes especialmente sensible a los estímulos y que sea difícil para ti controlar estas sensaciones. Si tienes problemas de eyaculación precoz, algunas técnicas específicas de masturbación podrían ayudarte a controlarla. A este respecto, puede resultarte útil la técnica de parada y arranque. Consiste en masturbarse y concentrarse en las sensaciones que ello provoca, sobre todo en aquellas que anuncian el orgasmo. Cuando empieces a notar que la urgencia de la eyaculación es inminente, frena la estimulación hasta que la sensación cese. Después, podrás continuar y repetir este ejercicio unas tres veces aproximadamente, a modo de entrenamiento, hasta permitirte la eyaculación.

La ansiedad ante la relación sexual también juega un papel importante en los problemas de eyaculación precoz.

Un paso más en este ejercicio sería ir incorporando a tu pareja en el proceso. Cuando lo hayas hecho, realizadlo de la misma manera: deja que, primero, sea tu pareja quien te estimule y, en una fase más avanzada, pasad a la penetración. Recuerda que debes parar cuando aparezcan las sensaciones que avisan de la eyaculación y retomar la práctica hasta tres veces antes de permitirla.

Habla con tu pareja siempre que lo necesites, ya que la comunicación facilitará su colaboración. En caso de que no tengas pareja siempre podrás realizar las primeras fases del entrenamiento para aumentar tu autocontrol y autoconfianza. El objetivo de esta técnica es lograr el control de tu eyaculación y, sobre todo, identificar las sensaciones que avisan de que esta es inminente.

Si tu problema no mejora, acude a un sexólogo que evalúe la situación y te ofrezca estrategias adaptadas a tu caso.

En las mujeres

Es posible que después de la cirugía y de los tratamientos, dependiendo de la zona corporal que esté más afectada, notes una disminución del deseo, un aumento de la sensibilidad en algunas zonas o, incluso, que aquellas caricias que antes te agradaban ahora ya no lo hagan de la misma manera. De ahí lo oportuno de buscar nuevas formas de acercarte a tu sexualidad, siempre de manera progresiva, para devolverte la confianza en ti misma.

El miedo al dolor durante las relaciones y las dificultades para llegar al orgasmo son comunes en esta etapa. Las técnicas expuestas en el apartado Medidas terapéuticas de este epígrafe son muy adecuadas para recuperar la elasticidad y fortalecer la musculatura de tu zona genital, así como para disminuir la sensación de malestar y aumentar las sensaciones placenteras.

La disminución del deseo, el dolor durante el coito y las dificultades para lograr el orgasmo suelen ser los problemas de origen psicológico más frecuentes en las mujeres. El miedo y la ansiedad ante las relaciones sexuales pueden aumentar estas molestias, impedir la lubricación suficiente y dificultar la consecución del orgasmo. Este no debe ser un objetivo en sí mismo, pues la finalidad ahora es que vuelvas a disfrutar de tu cuerpo, de las diferentes sensaciones que te puedes proporcionar y de los momentos de intimidad.

Es recomendable que te tomes tu tiempo para reconocerte e integrar los cambios que hayan ocurrido. Observarte en el espejo y tocar las diferentes partes de tu cuerpo, incluso concentrarte en diferenciar las sensaciones que te generan, te ayudará en esta tarea.

Una vez que avances en el autoconocimiento, el siguiente paso será continuar con la autoestimulación con el fin de proporcionarte sensaciones placenteras. De esta forma lograrás encontrar aquellas con las que te sientes más cómoda.

Puedes probar a estimularte en diferentes posiciones, así como a tensar y distender la zona. Este entrenamiento en solitario facilitará el orgasmo y aumentará tu confianza. Poco a poco podrás ir incluyendo a tu pareja en esta práctica, tal y como se describe en el apartado Sexo en pareja.

En el caso de que sientas dolor no genital, es recomendable planear la relación sexual en momentos en los que tengas menos dolor o en los que los efectos de la medicación analgésica sean mayores. Busca posturas cómodas que faciliten tu bienestar y focaliza la atención en las sensaciones placenteras.

En el caso de que sientas dolor genital, es importante que se lo comuniques a tu médico. Te ayudará a determinar las causas y a ajustar las estrategias adecuadas para abordar el problema. Si se descartan causas médicas, lo mejor será que no comiences la relación hasta que no tengas una excitación que facilite una lubricación adecuada. Ten en cuenta que la ansiedad dificulta la excitación. Para mejorarla podrás servirte de las técnicas de pareja que fomentan el acercamiento progresivo y el erotismo y que disminuyen la presión ante el coito; las explicamos en el apartado Sexo en pareja. Comenta con tu pareja cuáles son las caricias que te resultan más gratificantes o las posturas en las que te encuentras más cómoda.

Todas estas estrategias te ayudarán a mantener unas expectativas positivas respecto a la relación sexual y a la percepción del control sobre ti mismo y sobre la situación. Además, te permitirán centrar tu atención en las sensaciones positivas que te generan. No son estrategias estancas ni rígidas, pues se trata de que amplíes tu visión de la sexualidad y de que las apliques en función de las circunstancias en las que te encuentras.

En el caso de que tengas dificultades a la hora de avanzar en las fases propuestas, no dudes en consultar con tu médico y con un profesional de la sexología, para que ellos te asesoren.

 

 

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