6.2. Medidas terapéuticas

 

Los tratamientos que se emplean en el manejo de las disfunciones sexuales provocadas por las terapias oncológicas varían en función del tipo de alteración y de la gravedad de la misma. En el caso de los hombres, la disfunción eréctil es el problema más común y, para abordarlo, los especialistas disponen de varias opciones de tratamiento:

  • Tratamiento farmacológico. Es la opción más cómoda para quienes tienen disfunción eréctil, ya que se administran por vía oral. Los medicamentos empleados en estos casos son los inhibidores de la fosfodiesterasa-5. Hay tres que pertenecen a esta familia de fármacos, entre ellos, la conocida Viagra®. Los especialistas están empezando a utilizar diferentes pautas de administración para la rehabilitación de los pacientes con cáncer de próstata con una prostatectomía radical (extirpación completa de la próstata).
  • Medicamentos inyectables. Constituyen otra alternativa para la disfunción eréctil, pero cuentan con el inconveniente de que pueden resultar dolorosos y la tasa de abandono suele ser alta. El objetivo de las inyecciones intracavernosas y uretrales es administrar una sustancia llamada prostaglandina E1, cuya función es atrapar la sangre en el pene con el fin de mantener la erección.
  • Dispositivos de vacío. Son unos aparatos que ejercen una succión en el pene a través de una anilla de goma, que retiene la sangre durante unos 30 minutos. De esta forma, se logra mantener la erección.
  • Prótesis o implantes de pene. Estas prótesis se introducen en el pene y no son visibles. Para lograr la erección, es necesario presionar un botón situado en el escroto. La erección se mantiene hasta que se vuelve a presionar el mismo botón. Esta opción se reserva para los pacientes en los que no han dado resultado los tratamientos previos. Es una buena alternativa en quienes tienen una disfunción irreversible y largas expectativas de supervivencia.

En las mujeres, los problemas sexuales más frecuentes después de los tratamientos oncológicos son las alteraciones vulvovaginales. Estas pueden ser provocadas por la cirugía, la radioterapia o la quimioterapia o, incluso, por la administración de tratamientos hormonales. Sus manifestaciones más frecuentes son la sequedad vaginal, el picor, las infecciones urinarias de repetición o el dolor en las relaciones sexuales. Estos trastornos pueden persistir tras finalizar los tratamientos y son especialmente frecuentes con algunas terapias de mantenimiento empleadas en el cáncer de mama.

Los tratamientos más habituales pasan por la administración de estrógenos tópicos en forma de cremas, pastillas o anillos vaginales. En este sentido, la indicación de estas terapias dependerá de si el cáncer que tuviste era o no hormonodependiente.

En las mujeres, los problemas más frecuentes tras los tratamientos son la sequedad vaginal, el picor y las infecciones urinarias

En cuanto a la sequedad vaginal, existen productos hidratantes y lubricantes que alivian las molestias y facilitan el coito. No contienen hormonas, por lo que, en este caso, el hecho de haber tenido un tumor hormonodependiente no contraindica su uso. También cuentas con opciones terapéuticas si la causa de la inhibición del deseo sexual es una carencia hormonal o está asociada a una menopausia precoz. Una de ellas es la terapia hormonal sustitutiva, en aquellas supervivientes que no tengan antecedente de tumor hormonodependiente y siempre después de una ajustada valoración con el médico de las ventajas e inconvenientes de su uso. Para este mismo trastorno existen también los parches de testosterona, cuyas indicaciones deben ser valoradas por el médico en aquellas mujeres a las que se han extirpado el útero y los ovarios.

Por último, cuando la dispareunia o coito doloroso se produce por una falta de elasticidad vaginal provocada por los tratamientos quirúrgicos o por la radioterapia, existen dos opciones para abordarla. Por un lado, los dilatadores vaginales de tamaño progresivo y, por otro, la realización de los ejercicios de Kegel.

  • Dilatadores vaginales. Son unos dispositivos ergonómicos con diferentes diámetros que se introducen en la vagina con el fin de lograr una mayor elasticidad. Con estos dilatadores controlarás tu propio tratamiento, ya que podrás cambiar su tamaño y elegir uno mayor cuando te sientas cómoda con el que estés usando durante unos 15 minutos.
  • Ejercicios de Kegel. Si eres madre, es probable que hayas oído hablar de ellos. Son los mismos ejercicios que se recomiendan durante el embarazo para prevenir la dispareunia y, después de dar a luz, para la recuperación posparto. Para realizarlos, siéntate con la espalda recta, ni demasiado relajada ni muy rígida, y contrae la zona perineal como si tuvieses ganas de orinar y quisieras cortar la micción. Deberás notar que estás cerrando los esfínteres y sujetando y elevando los órganos de la pelvis. La contracción siempre debe ser de ligera a moderada, ya que el objetivo no es lograr la máxima fuerza posible en la contracción.

Ten en cuenta que los tratamientos indicados por el médico pueden variar de unos pacientes a otros, incluso cuando el origen de la disfunción es el mismo. Cada persona tiene unas características propias que le harán más o menos susceptible a un tratamiento u otro. Por tanto, has de adaptar estos consejos a tu situación personal.

Si eres portador de una ostomía

Una ostomía es el resultado de una intervención quirúrgica en la que se realiza una abertura en la pared abdominal, el intestino o los uréteres, para comunicarlos de manera artificial con una especie de bolsa de plástico y permitir así que los residuos puedan salir al exterior. Este tipo de cirugía se practica en los casos en los que, como consecuencia del cáncer, hay que cerrar los orificios naturales por los que se expulsan estos residuos. En este sentido, las ostomías suponen un cambio muy importante en la vida cotidiana de quienes las portan y pueden afectar de forma notable a su vida social y sexual si no se manejan adecuadamente.

Tanto tú como tu pareja tendréis que convivir con la ostomía, por lo que el período de adaptación será necesario para ambos. Además, es aconsejable que hagáis posible una comunicación fluida, no solo entre vosotros sino también con vuestro equipo médico. Todo ello os permitirá hablar de vuestros temores, de las dudas y de las dificultades que sentís. algo que os ayudará a normalizar esta situación lo antes posible. A continuación te ofrecemos algunas pautas que harán más fácil retomar vuestra vida de pareja y manejar los posibles contratiempos que puedan surgir:

  • Cambia la bolsa recolectora antes de iniciar las relaciones sexuales. De esta forma os sentiréis más cómodos, porque la bolsa quedará plana y sin contenido. Además, evitarás que se produzca algún escape, que resultaría desagradable para ambos. Igualmente, evita comer o beber antes de mantener relaciones, para que la bolsa se mantenga vacía. También son recomendables para estos momentos las bolsas de tamaño mini, más manejables, que pueden ser opacas y más discretas.
  • Si la bolsa os resulta visualmente incómoda o causa malestar, fórrala para disimularla.
  • Observa los momentos en los que habitualmente se produce la defecación y planea las relaciones sexuales en períodos en los que esta no se produzca. Cuanto más regular seas en tus comidas, más regulares serán tus momentos de evacuación y, por tanto, menos te molestarán en tus momentos íntimos.
  • Evita la ingesta de alimentos que puedan producirte gases o malestar. De este modo te sentirás más cómodo en tus relaciones.
  • Si la bolsa os molesta cuando practicáis sexo, buscad posturas que os resulten cómodas a ambos y que minimicen el impacto de la ostomía en vuestra vida de pareja.

 

 

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