6.1. Disfunciones sexuales como consecuencia del tratamiento oncológico

 Los efectos secundarios que provocan los distintos fármacos empleados para tratar el cáncer son diversos. Aunque en la mayor parte de los casos remiten al finalizar la terapia, también es posible que la toxicidad continúe. En este sentido, la quimioterapia, la radioterapia y los medicamentos hormonales son los principales tratamientos que pueden influir en la aparición de disfunciones sexuales, aunque también hay que tener en cuenta la cirugía que se haya empleado y el efecto de algunos de los fármacos usados para el control de los síntomas del paciente oncológico:

  • Quimioterapia. En el caso de los hombres, puede causar disfunción eréctil, que generalmente desaparece al finalizar el tratamiento. Sin embargo, en el caso de las mujeres puede estar relacionada con la aparición de sequedad vaginal, dispareunia (dolor durante la penetración) o dificultad para alcanzar el orgasmo.
    SEXUALIDAD
  • Radioterapia. Los efectos de los tratamientos radioterápicos están directamente relacionados con la zona radiada y, por lo tanto, con la localización del tumor. En este sentido, la radioterapia pélvica en mujeres puede causar alteraciones vaginales, dolor en el momento del coito o fibrosis vascular, trastornos que podrían estar presentes hasta dos años después de finalizar el tratamiento. En el caso de los hombres, los problemas más frecuentes son las dificultades en la erección y un descenso en los niveles de testosterona.
  • Hormonoterapia. El tratamiento hormonal masculino se emplea fundamentalmente en el cáncer de próstata. Sus efectos en la sexualidad se centran en la reducción de los niveles de testosterona, que se manifiestan como disminución de la libido, impotencia y dificultad para alcanzar el orgasmo. En el caso de las mujeres, la terapia hormonal está relacionada con síntomas como la disminución del flujo vaginal, dificultades para alcanzar la excitación y el orgasmo, prurito, dolor durante las relaciones sexuales o mayor prevalencia de infecciones urinarias. Algunos fármacos que se incluyen en la terapia hormonal, como el tamoxifeno o los inhibidores de la aromatasa, se emplean en el tratamiento de mantenimiento de algunos tipos de cáncer, es decir, pueden administrarse hasta varios años después de finalizar el tratamiento inicial, con el objetivo de evitar una posible recaída.
  • Tratamientos de soporte. Son aquellos medicamentos utilizados para controlar los síntomas de la enfermedad o los efectos secundarios de algunos tratamientos. En este grupo se incluyen fármacos como los opioides o algunos antidepresivos. Los opioides (la morfina o el fentalino) se utilizan para el tratamiento del dolor y, aunque sus efectos en la vida sexual de los pacientes no están determinados, los especialistas han constatado que quienes los consumen de manera habitual experimentan una reducción de los niveles de testosterona, en el caso de los hombres, y cierta amenorrea (ausencia de menstruación), en el de las mujeres. En general, estos efectos cesan tras finalizar el tratamiento. Por otro lado, ciertos antidepresivos, concretamente los que pertenecen al grupo de los inhibidores de la recaptación de serotonina (IRSS), podrían producir el descenso de la libido así como la aparición de disfunciones sexuales.

 

 

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