4.1. Causas y tipos de trastornos del sueño

Algunas consecuencias de los tratamientos que pueden afectar al sueño son: el dolor, la fiebre o los sudores nocturnos provocados por procesos infecciosos, problemas genitourinarios, trastornos respiratorios, fatiga… Son consecuencias de las secuelas tanto físicas como psicológicas de cada paciente.

Durante los tratamientos, tal vez notaste que tu sueño se veía alterado por diferentes causas, como los ingresos hospitalarios, las interrupciones para tomar los medicamentos, los cambios en las rutinas, el dolor, la ansiedad, el ruido o los efectos secundarios. Si estos problemas no se atajan cuanto antes, pueden extenderse en el tiempo y perpetuarse, lo que hará más difícil su abordaje.

Los trastornos de sueño que pueden tener más relevancia en los supervivientes de cáncer son los que se plantean a continuación:

  • Incapacidad para quedarse dormido o para permanecer dormido o, lo que es lo mismo, insomnio. Sucede cuando sientes que no puedes conciliar el sueño, permanecer dormido o cuando tu descanso no te resulta reparador. El insomnio puede afectar a tu humor y reducir la cantidad de energía de la que dispones, causando fatiga y dificultad para pensar y para concentrarte.
  • Trastornos del sueño relacionados con la respiración o apnea del sueño. Estos problemas suelen verse incrementados por el aumento de peso que, en ocasiones, causan algunos tratamientos, o por el efecto de ciertas cirugías que afectan a las vías respiratorias. Si es tu caso, consulta con tu equipo médico cuáles son las mejores estrategias para mejorar la respiración durante la noche.
  • Pesadillas y terrores nocturnos. Suelen ser más frecuentes en épocas en las que tus miedos son más recurrentes o sientes mayor ansiedad. Para reducir la tensión con que llegamos al momento del sueño, puede ser útil buscar formas para estar más relajados durante el día. También puedes consultar los anexos Técnicas de relajación y Solución de problemas al final del capítulo 3, Las emociones del superviviente.
  • Somnolencia excesiva. Puede deberse a la fatiga tras un largo período de inactividad y a las consecuencias de los tratamientos. En este caso, es útil retomar gradualmente la actividad física con el fin de disminuir progresivamente la sensación de fatiga (consulta el epígrafe Actividad y Ejercicio físico de en este mismo capítulo). La somnolencia también puede acompañar al bajo estado de ánimo, la fatiga o la incapacidad para sentir satisfacción o placer dentro de un trastorno depresivo. En este sentido, es recomendable que consultes con un especialista que pueda valorar tu caso. De cualquier modo, siempre será importante determinar si esta somnolencia diurna excesiva no es consecuencia de un insuficiente descanso nocturno.

Muchos de los trastornos anteriormente citados tienen que ver con problemas relacionados con la ansiedad y la depresión. A la hora de atajarlos, ten en cuenta los consejos que te ofrecemos en el epígrafe La ansiedad, del capítulo 3, Las emociones del superviviente.

Aunque siempre es conveniente descartar cualquier problema médico como causa del insomnio, los factores psicológicos son especialmente relevantes. Algunos de los que pueden afectar al sueño son:

  • La presencia de pensamientos repetitivos, en forma de preocupaciones, que aumentan la activación y la tensión. Suele ser común que estos pensamientos surjan durante el sueño, con la disminución de los estímulos del entorno. 
  • La elevada activación corporal relacionada con el estrés o la ansiedad, previa a la hora del sueño, puede dificultar la desconexión y la relajación necesarias para favorecer la somnolencia.
TOP

CAPÍTULOS

0-Manual1-Volver-a-la-normalidad2-Atencion-medica3-aspectos-emocionales4-autocuidado-y-bienestar5-opciones-legales6-asociaciones-de-pacientes

GEPAC GEPAC GEPAC