4. DESCANSO E HIGIENE DEL SUEÑO

Durante la noche se producen distintos procesos bioquímicos que te permiten no solo estar despierto durante el día, sino también afianzar el aprendizaje, la memoria y otros procesos cognitivos. Es por ello que el sueño constituye una actividad fundamental para todas las personas. Si se altera la cantidad y la calidad de nuestro descanso, se suceden alteraciones en nuestro organismo que causan un elevado malestar psicológico, e incluso físico. En este sentido, cuidando tu descanso lograrás ser lo más productivo posible y, por supuesto, notarás un mayor bienestar.

Para lograr un descanso completo, durante la noche pasarás por varias fases en las que, poco a poco, progresarás desde un adormecimiento inicial hacia un sueño más profundo. Son las denominadas fase 1 (somnolencia), fase 2 (sueño ligero), fases 3 y 4 (sueño profundo) y fase REM (Rapid Eye Movements o movimientos oculares rápidos). Estos períodos se repiten de forma cíclica a lo largo de toda la noche.

Hay ciertas señales o interrupciones en estas fases que pueden interpretarse como signos de alarma ante la aparición de algún trastorno del sueño. Sin embargo, tu pauta de descanso puede ser algo distinta a la de otras personas, sin que ello suponga que exista ningún trastorno. La información que te damos a continuación te ayudará a realizar interpretaciones ajustadas de tus síntomas con el fin de poner en marcha recursos para afrontar los trastornos de sueño de la forma más adecuada:

  • Es común que existan microdespertares, incluso seis u ocho cada noche, y que después se retome el sueño con normalidad.
  • La necesidad de sueño suele oscilar entre cinco y seis horas, o hasta un máximo nueve a diez, pero la mayoría de las personas tienen suficiente con siete u ocho horas. 
  • También es común que en las personas mayores disminuya el tiempo de descanso necesario para garantizar el descanso, sin que ello signifique que tengan un trastorno del sueño.

Las quejas relativas a las disfunciones en el sueño son comunes en los pacientes oncológicos, tanto durante el tratamiento como cuando este ya ha finalizado. Tienen que ver con la influencia de distintos factores, entre los que se encuentran los siguientes:

  • Factores psicológicos (síntomas de ansiedad o de depresión).
  • El efecto de algunas cirugías que causan dolor, dificultades para respirar o desequilibrios neurológicos.
  • Las consecuencias de algunos tratamientos activos o de los fármacos de mantenimiento.

Con el fin de determinar cuáles son las causas y de evitar creencias erróneas en cuanto al sueño, es aconsejable hablar con el médico de la presencia de este tipo de síntomas. De esta forma, el especialista podrá adaptar el tratamiento y recomendarte la mejor forma de abordarlos en función de tus características físicas o tus peculiaridades médicas.

 

 

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