3.5. Linfedema
La cirugía que se emplea en algunos tipos de cáncer puede incluir la extirpación de cierto número de ganglios linfáticos. Esta intervención se conoce con el nombre de linfadenectomía y su consecuencia más directa es el riesgo de linfedema, un trastorno que se produce cuando el líquido linfático no circula correctamente. Tras la intervención, la capacidad de defensa inmunitaria de los ganglios y la actividad de los vasos linfáticos que se encargan del drenaje de la linfa disminuyen, y esta se acumula en el miembro afectado, causando una hinchazón que será crónica. Por ejemplo, en el cáncer de mama el linfedema afecta al brazo del lado donde se extirpó el tumor.
Es importante destacar que haber pasado por una linfadenectomía no significa necesariamente que vayas a tener linfedema. También debes saber que, aunque suele asociarse al cáncer de mama y a la hinchazón en el brazo, este trastorno puede ocurrir en cualquier tipo de tumor o localización cuando se han extraído ganglios linfáticos. En el cáncer de mama afecta con más frecuencia al brazo, debido a la ubicación de los ganglios extraídos, y tras un cáncer ginecológico o de próstata, un linfoma o un melanoma, es más habitual en los miembros inferiores.
El linfedema puede dar lugar a múltiples molestias, como sensación de pesadez en la extremidad, tirantez en la piel, dificultad para mover la articulación, picor o sensación de quemazón. Además, el linfedema aumenta también el riesgo de sufrir infecciones de piel y de tejidos profundos en la extremidad afectada (recuerda que la defensa inmunitaria y el drenaje de la linfa son las dos funciones básicas del sistema linfático). Por este motivo, en el caso de que aparezca, es importante que consultes con tu médico para evitar que evolucione hacia un trastorno grave y limitante.
Pero la cirugía no es la única responsable del riesgo de linfedema. La radioterapia, otro de los tratamientos más utilizados en el abordaje de muchos trastornos oncológicos, también tiene un papel muy importante. La irradiación de los ganglios es un factor que incrementa las posibilidades de que se produzca este trastorno. Por ello, al unir ambos tratamientos, cirugía y radioterapia, el riesgo de linfedema aumenta.
Evita los factores de riesgo
Después de la intervención quirúrgica o al recibir el alta, te darán algunas pautas que te ayudarán a prevenir la aparición del linfedema. También te orientarán sobre la realización de ciertos ejercicios para mejorar la movilidad del miembro afectado y lograr un drenaje efectivo y, por tanto, evitar en cierta medida la aparición de este trastorno. Deberás seguir algunos cuidados durante toda la vida, pues puede presentarse hasta quince o más años después de la cirugía. En función de la localización de los ganglios que te hayan extraído, necesitarás un tipo u otro de rehabilitación.
- Estas son algunas recomendaciones generales que te ayudarán a reducir el riesgo de que aparezca el linfedema:
- No te tomes la tensión en el brazo afectado. Al hincharse, el dispositivo puede inflamar la extremidad.
- Evita las extracciones de sangre en el brazo en el que te quitaron los ganglios. Si vas a hacerte alguna analítica, ofrece siempre el brazo sano.
- Si te aconsejan la realización de pruebas como la linfografía, avisa a tu especialista del riesgo de linfedema.
- Evita sesiones de acupuntura en la extremidad afectada, al igual que vacunas o parches.
- Ten cuidado con la manicura y al cortar las uñas del miembro afectado. Si te haces algún pequeño corte y este se infecta, puede dar lugar a la inflamación del brazo o la pierna.
- Cura muy bien las heridas pequeñas, aunque parezca que no son importantes. Cualquier herida es una vía de entrada para una infección.
- Si estás en contacto con algún animal doméstico, toma precauciones para evitar los arañazos. En caso de que se produzcan, cúralos rápidamente para evitar una posible infección.
- Utiliza guantes para realizar determinadas tareas domésticas (lavar los platos, limpiar el pescado...) o actividades de jardinería.
- No realices esfuerzos que supongan una sobrecarga excesiva de la extremidad que tienes afectada ni cargues objetos pesados.
- Evita movimientos bruscos o trabajos repetitivos que puedan poner en tensión la extremidad afectada.
- Cuando cosas, hazlo con un dedal o protege la mano con unos guantes finos de piel.
- Evita picaduras de insectos con productos repelentes de mosquitos, arañas... Si ocurren, intenta no rascarte.
- Evita la temperaturas excesivas (tanto el frío como el calor de hornos, estufas, esterillas eléctricas, infrarrojos, radiación solar, UVA, sauna parafina...) y no te duches con agua muy caliente.
- El sentido del tacto puede disminuir en la región afectada: usa la mano sana para probar la temperatura a la hora de cocinar o palpar el agua que usarás en el baño.
- No lleves ropa ajustada ni prendas que opriman la extremidad afectada. Evita los anillos, las pulseras y los relojes si es el brazo.
- Los sujetadores no deben apretar mucho en el hombro y el tórax. Los aros no son aconsejables como consecuencia del roce continuo que ejercen sobre la mama.
- Si la extremidad afectada es el brazo, intenta llevar el bolso o las mochilas en el hombro contrario.
- Usa cremas hidratantes suaves. Es importante mantener la piel muy hidratada.
- No te depiles con hojas de afeitar ni con cera caliente o fría. Son más recomendables las maquinillas eléctricas y las cremas depilatorias.
El tratamiento del linfedema
Cuando el linfedema aparece, las alternativas terapéuticas para reducir la inflamación de la extremidad afectada son muy limitadas. Ten en cuenta que se trata de un trastorno crónico y que el tratamiento no puede eliminarlo. Lo que sí conseguirá es mejorar la movilidad de la extremidad y reducir parcialmente la inflamación.
En la primera fase del tratamiento del linfedema, el objetivo es reducir la inflamación y ablandar el tejido fibroso
El tratamiento que te recomendará tu especialista para hacer frente a este trastorno es el drenaje linfático manual, después del cual añadirá un vendaje compresivo. Esta terapia consiste en la realización de un masaje cuyo objetivo es facilitar el movimiento del líquido linfático acumulado desde el final de la extremidad hasta el tronco. La frecuencia y duración de las sesiones dependen de la gravedad del linfedema y de la progresión que tu especialista observe en cada sesión. En general, te aconsejarán sesiones diarias o alternas durante un período que oscilará entre tres y cuatro semanas. El drenaje linfático manual siempre terminará con un vendaje compresivo. En esta primera fase de tratamiento, el objetivo es reducir la inflamación y ablandar el tejido fibroso del miembro afectado.
Cuando tu especialista considere conveniente finalizar las sesiones de drenaje linfático, te recomendará la utilización de manguitos o medias compresivas. Llévalas durante el día y quítatelas únicamente por la noche. Si en el futuro el estado de la extremidad afectada empeora, lo más probable es que debas recibir algunas sesiones de drenaje linfático manual para reducir, de nuevo, la inflamación.