3.4. Deterioro de la memoria y falta de concentración
Algunos supervivientes de cáncer presentan, con cierta frecuencia, problemas o alteraciones cognitivas, dificultades de memoria, atención, concentración, comprensión, rapidez psicomotora o de pensamiento, posiblemente causadas por la enfermedad o los tratamientos recibidos. Estos cambios pueden influir en el trabajo, el ocio, las relaciones sociales o el estado emocional. Por tanto, pueden tener un efecto importante en la calidad de vida y el bienestar y llegar a constituir un motivo de cierta preocupación. Algunos ejemplos de estas alteraciones son las siguientes:
- Olvido de las cosas o pérdida de memoria a corto plazo.
- Dificultad para concentrarse, focalizar y mantener la atención.
- Problemas para acordarse de detalles como nombres, fechas o, a veces, sucesos más extensos.
- Dificultad a la hora de realizar varias tareas a la vez como, por ejemplo, hacer la comida mientras se habla por teléfono.
- Tardar y tener que esforzarse mucho en hacer tareas que antes no parecían tan difíciles.
- Problemas para encontrar las palabras exactas o comunes cuando se está hablando y dificultad para terminar una frase.
- Sentirse torpe.
¿Cómo afectan los tratamientos al funcionamiento cognitivo?
En general, estos deterioros son sutiles o ligeros. De hecho, para muchas personas cercanas pasan inadvertidos. Sin embargo, quienes los tienen sí suelen ser conscientes de ellos, aunque muchas veces traten de ocultarlo.
En la mayor parte de los casos son transitorios y van disminuyendo una vez terminados los tratamientos. En el plazo de unos seis meses a un año se produce la recuperación, aunque en algunas personas continúan a medio y largo plazo después de finalizar las terapias e, incluso, pueden empeorar.
En este momento, no sabemos qué porcentaje de supervivientes está afectado por problemas cognitivos
A día de hoy, no sabemos cuántos supervivientes pueden estar afectados por problemas cognitivos. Entre el 50 y el 70 por ciento de las personas que han superado un cáncer dicen tener este tipo de deterioros. Cuando se han realizado pruebas neuropsicológicas objetivas con el fin de analizar esta situación, los especialistas encuentran resultados muy diversos que varían desde el 15 hasta el 75 por ciento de pacientes con deterioros, al menos ligeros. Sin embargo, en otros estudios no se ha hallado ningún problema de este tipo.
Estas discrepancias en los resultados se explican porque los trabajos de investigación han empleado metodologías muy diferentes, que impiden comparar las conclusiones de los distintos estudios. Por otro lado, la mayoría de las investigaciones se han realizado en el caso de cáncer de mama, y disponemos de mucha menos información de lo que puede suceder en otros tipos de cáncer.
En general, según las cifras que manejan los especialistas, casi un tercio de los pacientes de cáncer pueden presentar estas alteraciones cognitivas antes de recibir el tratamiento de quimioterapia, radioterapia u hormonoterapia. Por ello, no en todos los casos es posible achacarlos a los tratamientos oncológicos. También debes tener en cuenta que no afectan a todas las personas y que hay muchos supervivientes de cáncer que no presentan ninguna alteración en su capacidad cognitiva.
Factores que pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo
La presencia de alteraciones cognitivas después de los tratamientos depende de muchos factores. Entre ellos, destacan los siguientes:
- El nivel educativo. La inteligencia previa y la práctica de actividades profesionales o de ocio que implican ejercitar la memoria constituyen la reserva cognitiva de cada persona. Cuanto más elevada sea, menores y más cortos serán los efectos negativos de los tratamientos oncológicos.
- La edad. Las personas mayores suelen tener menor capacidad de memoria, más dificultad para aprender algo nuevo y menos rapidez para procesar información.
- Malestar emocional. La depresión, la ansiedad, el estrés, la inseguridad o la baja autoestima afectan muy negativamente a nuestro funcionamiento cognitivo.
- Alteraciones fisiológicas. Las deficiencias nutricionales, la anemia, el cansancio, los problemas de sueño, los cambios hormonales o los tratamientos que provocan disminuciones en los niveles de estrógenos o testosterona pueden influir en la aparición de alteraciones cognitivas.
- Cambios en el sistema inmune. Estas modificaciones aumentan algunos componentes inflamatorios, denominados citoquinas, que interfieren en el funcionamiento de la memoria.
- Trastornos cardiovasculares. Estas patologías afectan al riego cerebral, como la diabetes o la hipertensión y pueden provocar alteraciones en el funcionamiento cognitivo.
- La genética. Algunas personas pueden tener cierta predisposición genética para desarrollar deficiencias cognitivas.
- Los procesos oncológicos. El cáncer en sí mismo puede provocar cambios cognitivos.
Pautas para mejorar el funcionamiento cognitivo
Como hemos comentado antes, generalmente los problemas cognitivos desaparecen con el tiempo, pero también pueden persistir. En cualquiera de los dos casos, te ayudará seguir unas pautas para mejorar el funcionamiento de la memoria y superar los problemas que hayas notado hasta ahora. Te proponemos las siguientes:
- Lleva a cabo una planificación diaria detallada y haz listas de las citas y horarios de actividades del día, de la toma de medicación o de las fechas importantes (cumpleaños, citas, reuniones...). Las agendas, en papel o electrónicas, los smartphones o, simplemente, una libreta y unos post-it son de gran ayuda para recordar y ahorrar recursos de atención y de memoria.
- Establece rutinas y trata de mantener el mismo horario cada día. También te ayudará fijar lugares específicos para guardar tus llaves, la cartera, el móvil y otros artículos importantes. Por ejemplo, puedes reservar un lugar cerca de la puerta principal (un gancho en la pared, un armario de llaves...) para dejar las llaves cuando entras en casa. Tenerlas siempre en el mismo sitio te ayudará a no olvidar dónde están y a reducir la ansiedad que te provoca no recordar las cosas más cotidianas.
- Ejercita tus capacidades y habilidades cognitivas: juega al ajedrez, haz sudokus o recurre a los videojuegos. Otra forma de hacerlo es aprender nuevas habilidades mediante cursos de formación, informática, idiomas...
- Duerme bien y descansa de forma adecuada. Durante la noche se afianzan el aprendizaje y la memoria; por ello, dormir bien te ayudará a mejorar el funcionamiento cognitivo. En el epígrafe Descanso e higiene del sueño del capítulo 4 Autocuidado y bienestar físico, encontrarás más información sobre este aspecto.
- La actividad física regular no solo es buena para tu cuerpo sino que, además, mejora tu estado de ánimo. El ejercicio te hace sentir más alerta y disminuye el cansancio. Actividades sencillas como dar un paseo de 15 o 20 minutos diarios, incluso practicar cinco minutos de ejercicios ligeros a moderados, tiene efectos positivos en el rendimiento cognitivo.
- Mantén una dieta equilibrada que incluya frutas y verduras, pues sus nutrientes se relacionan con el mantenimiento de la capacidad intelectual. Encontrarás más información sobre alimentación en el epígrafe Alimentación: dieta recomendada después del cáncer, en el capítulo 4, Autocuidado y bienestar físico.
- Haz las tareas de una en una y no intentes hacer varias cosas a la vez. Es mejor centrarse en un solo objetivo y, al terminar, felicitarse por ello y recompensarse con un momento de descanso o haciendo alguna actividad agradable. Después, comienza con la siguiente tarea.
- Si necesitas ayuda, pídela. No intentes que las personas que te rodean adivinen que pueden o deben ayudarte. Los amigos y seres queridos pueden echarte una mano en las tareas diarias.
- Registra los problemas de memoria que notes a lo largo del día. Puedes hacerlo llevando un diario en el que apuntar qué tipo de dificultad tienes, cuándo aparece y qué acontecimientos están sucediendo en ese momento. Con este método sabrás con qué frecuencia y en qué momentos y situaciones aparecen los problemas y si se relacionan con la toma de alguna medicación. Esta información es importante a la hora de consultar con el equipo sanitario acerca de tus problemas de memoria. Además, también te servirá para planificar cuándo conviene o no mantener conversaciones importantes sobre negocios, toma de decisiones o cualquier otro aspecto relevante.
- Intenta no centrarte en los aspectos negativos que pueden tener estos síntomas. Acepta que tienes problemas, ya sean transitorios o más duraderos, y a partir de aquí, céntrate en manejar lo mejor posible la situación. Lo mejor es darse tiempo para volver paulatinamente a la normalidad.
- Habla con los demás acerca de lo que te preocupa. Te ayudará conversar sobre lo que te ocurre con tu familia y amigos o con los profesionales sanitarios. Comunicar a los otros tus preocupaciones acerca de los problemas de memoria y de funcionamiento cognitivo puede proporcionarte mucho alivio y este es el primer paso para recibir la ayuda que necesitas. Recuerda que estás ante un efecto secundario y no hay motivo para avergonzarse de ello. Su apoyo y comprensión te tranquilizarán y te ayudarán a concentrarte y procesar la información.
Si eres familiar, también puedes ayudar
Aunque llevar a cabo las pautas que hemos comentado anteriormente no depende de ti, tú también tienes un papel importante a la hora de ayudar a tu familiar o amigo a abordar sus problemas de funcionamiento cognitivo. Quizá en muchas ocasiones hayas hablado con él o ella de estos despistes haciéndole ver que se producen por estrés o que está tan obsesionado con ellos que acaba provocando que ocurran. Sin embargo, ahora sabes que el problema existe, y tu ayuda es también importante. Entre las pautas que podrían ser beneficiosas para mejorar el funcionamiento cognitivo de tu allegado destacamos las siguientes:
- Comunica los mensajes importantes en un contexto sin distracciones y de modo claro. Intenta hacerlo en un lugar tranquilo, con poca gente o a solas, sin ruido, y transmite el mensaje con la mayor claridad posible, categorizando la información y enfatizando lo más importante, sobre todo al final del mismo. Además, sugiere a tu ser querido que cada vez que quiera hablar con los demás de algo importante lo haga de la misma manera.
- Anota las indicaciones de su médico. Cuando el especialista u otra persona dé información importante, sugiere a tu familiar que anote los puntos clave, como las instrucciones y direcciones, en una libreta o agenda personal, o incluso que los repita, para memorizarlos con más facilidad.
- Los deterioros cognitivos pueden afectar mucho a la hora de tomar o hacer anotaciones: son frecuentes los errores gramaticales y de ortografía, dejar palabras o frases sin terminar o escribir con una letra que no se entiende. Si observas esto, ofrécete a leer a tu familiar lo que ha escrito. Lo importante es que las anotaciones sean claras, para que pueda leer esa información y hacer uso de ella cuando sea necesario.
- Aconseja y apoya, pero respetando la autonomía de la persona a la que ofreces tu ayuda. Debemos saber escuchar a quien cuidamos respetando sus opiniones y necesidades que incluyen ser ayudado del modo que desea.
Habla con tu médico y tu psicooncólogo
Es normal que, tras un período de baja por enfermedad, te cueste retomar el ritmo que llevabas antes de tu diagnóstico. Quizá durante las primeras semanas o meses de trabajo tengas dificultades para realizar las mismas funciones que desempeñabas antes, pero ten en cuenta que es normal que tu rendimiento no sea ahora el mismo.
No obstante, si ha pasado un año desde que has finalizado la quimioterapia y has empleado estas técnicas de autoayuda para hacer frente a los problemas de funcionamiento cognitivo, y continúas teniendo dificultades importantes de memoria, atención y rendimiento cognitivo, es aconsejable que consultes con tu especialista. El equipo de profesionales sanitarios determinará si estos problemas se deben a la depresión, a la ansiedad, a la medicación, al cansancio o a otras variables.