3.1. Fatiga y cansancio
Son quizá los síntomas más frecuentes después de los tratamientos. De hecho, según el Informe sobre las necesidades de los supervivientes de cáncer, elaborado por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) en el año 2012, el 64 por ciento de las que han superado esta enfermedad experimenta pérdida de energía y cansancio. Estas sensaciones son muy subjetivas y pueden estar provocadas por distintas causas que nada tienen que ver con el cáncer (anemia, estrés, falta de sueño...). Sin embargo, el tipo de fatiga al que nos referimos tiene unas características un tanto diferentes. El cansancio que se produce como consecuencia de la actividad física o el estrés suele ceder con el descanso y el sueño. Pero la fatiga que refieren los supervivientes permanece durante períodos largos de tiempo y no remite después de dormir o descansar. Además, interfiere con las actividades propias de la vida cotidiana y, en general, suele ser desproporcionada en relación con el desgaste físico que se realiza diariamente.
Aunque existen innumerables estudios que intentan relacionar la fatiga con un tipo de cáncer concreto, con diferentes tratamientos, como la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, o incluso con las diferentes dosis, los especialistas no han encontrado datos irrefutables entre estos parámetros y la fatiga. Probablemente, el motivo es que no interviene una sola causa ni hay un único mecanismo neurofisiológico que la provoque.
El 64 por ciento de supervivientes nota pérdida de energía y cansancio
Pese a su frecuencia, la fatiga suele estar infravalorada en los cuidados diarios del superviviente. Por ello, es importante que, si experimentas esta sensación, se la comuniques a tu médico, ya que es uno de los síntomas más invalidantes y difíciles de tratar. Al no tener claros los mecanismos que la producen, tampoco existe una forma única de abordarla.
El tratamiento de la fatiga debe ser individual y específico para cada paciente, teniendo en cuenta sus posibilidades y su entorno. Si fuera unida a otros trastornos, como la anemia, tu médico te recomendará algunos fármacos que te ayudarán a corregirla. Si no hay ningún factor que justifique tu falta de energía, te ayudará seguir algunas recomendaciones generales, como hacer una dieta bien equilibrada y tomar suficientes líquidos, calorías, carbohidratos, grasas, vitaminas, y minerales. Realizar ejercicio físico y actividades al aire libre te permitirá descansar mejor durante la noche. Recuerda que debes compaginar estos hábitos con un adecuado descanso, para que la fatiga no se incremente (consulta el epígrafe Descanso e higiene del sueño, en el capítulo 4).