3.3. Cambios en el cabello

No solo la piel se ve afectada por los tratamientos. El cabello puede experimentar algunos cambios que no siempre se abordan en las consultas de oncología.

Muchos pacientes observan una pérdida de pelo con respecto a la cantidad que tenían antes de empezar del tratamiento. Pese a que la alopecia inducida por la quimioterapia es reversible en la mayoría de los casos, a veces la recuperación del cabello es parcial y su estructura o características pueden ser ahora diferentes (suele ser más fino, por ejemplo). Además, las mujeres que han tenido cáncer de mama y han recibido tratamientos antiestrogénicos de mantenimiento, como el tamoxifeno, pueden experimentar un aumento relativo de testosterona, que favorece la aparición de alopecia.

En cualquier caso, es muy importante cuidar bien el cabello cuando vuelve a nacer. El pelo tiene una parte viva llamada bulbo, que se encuentra en el interior del cuero cabelludo y es responsable de todas las funciones vitales, como el crecimiento, el color y la caída. Por otro lado, la parte externa, lo que llamamos pelo, está formado por células que son estructuras ya inertes. Los cuidados deben, por tanto, dirigirse a ambas: al cuero cabelludo que, al igual que el resto de la piel, está más reseco y con tendencia a la deshidratación; y a la fibra del pelo, para que se vea más fuerte y bonito.

Tras el tratamiento, el nuevo pelo es frágil y, por tanto, no es momento de utilizar aquellos productos o utensilios que lo estiran excesivamente y facilitan su rotura, como horquillas o planchas. Si tienes dudas, confía en el consejo de tu profesional de peluquería habitual y opta por productos que te garanticen calidad y seguridad.

Champú, acondicionadores y otros productos

Es conveniente ser cuidadosos en la higiene del cabello. La función del champú es la limpieza de la grasa y las impurezas (células muertas, contaminación y secreciones) que se depositan tanto en el pelo como en el cuero cabelludo. Es aconsejable utilizar champús neutros de uso frecuente (un pH 5,5, similar al de la piel, no resultará agresivo), que hidratan el pelo que está naciendo y la parte de la piel a la que no llega la crema hidratante. Después de la terapia oncológica, algunos dermatólogos recomiendan seguir tratamientos de tres meses de duración con complejos vitamínicos fortalecedores del cabello y combinarlos con la aplicación tópica de minoxidil al 2 por ciento (en spray, solución o espuma). En ciertos pacientes, esta opción ha demostrado acelerar la recuperación del cabello hasta casi dos meses.

Junto al champú, es importante usar acondicionadores o mascarillas cuando está saliendo el pelo nuevo. Si lo cuidas y proteges de este modo, conseguirás un cabello elástico y evitarás su rotura o caída. Las mascarillas son productos que aportan hidratación y nutrientes al cuero cabelludo, y lo recomendable es utilizarlas aproximadamente una vez a la semana. El acondicionador lo hace más manejable y le da brillo y suavidad. Además, podrás recurrir con total tranquilidad a productos de peinado como las lacas, los sprays o los geles. Tras lavar e hidratar el pelo, cepíllalo siempre con suavidad, sin dar tirones, ya que es más frágil cuando está mojado y tú misma podrías romperlo.

Dar color al cabello

Cuando recuperes el pelo tras los tratamientos oncológicos lo notarás cambiado en cuanto a forma y color. Por ejemplo, si antes lo tenías liso, quizá ahora observes algunos rizos, o percibas un color más apagado que de costumbre. Tarde o temprano tu pelo volverá a la normalidad, pero en ese proceso es posible que prefieras usar un tinte para recuperar, mientras tanto, su color habitual.

No hay ninguna contraindicación para el uso de tintes, por lo que podrás teñirte el pelo con tranquilidad en cuanto tengas la longitud adecuada para quitarte la peluca o el pañuelo. Sí deberás dejar pasar un tiempo prudencial (entre cuatro y cinco meses) desde la finalización del tratamiento, hasta que la piel se haya regenerado tras la quimioterapia y el riesgo de alergia se haya reducido. Además, de este modo, tendrás la cantidad de pelo necesaria para que el tinte se fije sin castigar el cuero cabelludo.

Si vas a utilizar un tinte, realiza el «toque de prueba» para evitar cualquier reacción alérgica

Aunque la reacción alérgica a un tinte es muy poco frecuente, después de una terapia oncológica es aconsejable que tengas cuidado al elegir el producto e, incluso, que tomes precauciones antes de usarlo. Realiza el llamado «toque de prueba», una medida muy sencilla que no dejará lugar a dudas. Consiste en poner una pequeña cantidad de tinte sobre la piel, 48 horas antes de aplicarlo en el pelo, y observar si aparece alguna reacción alérgica. Ante el más mínimo enrojecimiento o picor, deberás suspender el uso del producto. Si no sucede nada anormal, podrás utilizar el tinte. Pide en tu peluquería que te hagan esta prueba antes de teñirte o, si vas a hacerlo en casa, hazla tú misma siguiendo las instrucciones del envase. Tu profesional de peluquería es quien mejor te puede aconsejar sobre los productos más adecuados.

La coloración más conveniente dependerá del color que desees para tu pelo o del número de canas que quieras cubrir:

  • Coloración directa o «tinte vegetal o natural». En realidad no se trata de tintes naturales, pues la única coloración natural o vegetal que existe es la henna pura. El problema de la henna es que el color va desapareciendo con los lavados. Para evitarlo, se han desarrollado productos que mejoran las propiedades de la henna y ofrecen algo más de duración.

Estos tintes contienen colorantes que pigmentan directamente el cabello, sin necesidad de mezclarse con agua oxigenada, y no llevan amoniaco. Se depositan sobre la parte más externa del pelo, la cutícula, y avivan su color natural, aportan reflejos o cubren las canas, siempre que no sean muy numerosas.

Son tintes que se eliminan con los lavados, por tanto, resultan adecuados para personas con pocas canas. También son una alternativa válida para quienes tienen alergia a la coloración de oxidación, pues no suelen producir estas reacciones.

  • Coloración de oxidación. Estos tintes son más eficaces y duraderos que los vegetales. Pueden ser de dos tipos: tono sobre tono y permanente. Ambos contienen pigmentos que, para proporcionar color, tienen que oxidarse gracias a la mezcla con agua oxigenada. Puedes usarlos con tranquilidad, porque son totalmente inocuos para la salud y están estrictamente regulados por la reglamentación cosmética. Eso sí, no olvides realizar el toque de prueba dos días antes. 

Desde el punto de vista cosmético, estos dos tipos de tintes cuentan con características diferentes. 

Con la coloración tono sobre tono solo puedes cambiar, como su propio nombre indica, un tono tu color natural. Estos tintes no contienen amoniaco y cubren solo el 50 por ciento de las canas. Sus colorantes se depositan en el interior del cabello, pero no penetran en profundidad y no alteran el pigmento natural. El color desaparece poco a poco, con los lavados. 

La coloración permanente es el tinte tradicional y, generalmente, contiene un tipo de amoniaco que se evapora y que no permanece sobre la piel. Hoy día existen formas sin amoniaco que tienen la misma eficacia. Cubre el cien por cien de las canas, ya que los colorantes penetran en profundidad en el interior del cabello, se oxidan junto con su pigmento natural y, de esta forma, no se van con los lavados. Con este tipo de coloración puedes conseguir el color que desees.

Finalmente, no es aconsejable el uso de otras técnicas más agresivas, como la decoloración completa, las permanentes o los alisadores. En un cabello debilitado, como quizá lo esté el tuyo, no solo podrían dañar el pelo sino también irritar el cuero cabelludo.

 

TOP

CAPÍTULOS

0-Manual1-Volver-a-la-normalidad2-Atencion-medica3-aspectos-emocionales4-autocuidado-y-bienestar5-opciones-legales6-asociaciones-de-pacientes

GEPAC GEPAC GEPAC