3.1. La piel después de los tratamientos

 La mayoría de los tratamientos oncológicos producen alteraciones dermatológicas. Aunque muchas de ellas son transitorias y reversibles, otras pueden perdurar una vez acabado el tratamiento. 

Entre los problemas de la piel más frecuentes después del cáncer se encuentran los siguientes:

Picor y sequedad

La piel puede perder su estado natural de hidratación tras ser agredida, bien por daño directo, como el que causa la radioterapia, o por mecanismos indirectos, como sucede con la quimioterapia. La barrera cutánea pierde su integridad y se modifican sus componentes, cuya función es formar una especie de escudo de protección natural contra la deshidratación y que son claves para mantener una piel sana e hidratada. Las consecuencias de esos cambios se manifiestan en un cutis apagado, rugoso y sin brillo que, en casos de sequedad extrema, puede presentar fisuras y placas de eczema (lesiones enrojecidas acompañadas de intenso picor que empiezan en una zona y posteriormente se generalizan a otras partes del cuerpo).

Utilizar jabones que respeten el pH de tu piel te ayudarán a mantenerla hidratada

Una de las medidas que más te ayudará a controlar el picor y la sequedad es el uso de jabones que no dañen el pH de tu piel. El pH es el nivel de acidez, que varía de una zona del cuerpo a otra. Por ejemplo, la de las axilas y la piel de entre los dedos tienen un pH ligeramente inferior a la piel del resto del cuerpo. En general, el pH de la piel es ácido y se sitúa aproximadamente en 5,5. Utilizar jabones que lo respeten te ayudará a mantener la tez hidratada. Son aconsejables los geles de tipo syndet, que son aquellos que tienen un pH adecuado y son suaves y bien tolerados. Toma duchas cortas, con agua tibia, y aplícate cremas hidratantes inmediatamente después. Otra alternativa es elegir cremas que, además de hidratar, regeneren la barrera cutánea de la piel. En el epígrafe Cuida tu piel encontrarás más información sobre los cuidados dermatológicos cotidianos.

Cuando el picor es más molesto, una buena opción son las cremas que contienen sustancias calmantes, como calamina, polidocanol, mentol, etc. Si el picor persiste, tal vez sea necesario recurrir a los antihistamínicos con efecto sedante hasta que desaparezca; estos productos han de usarse siempre bajo la prescripción y supervisión de un dermatólogo.

Infecciones

Aunque principalmente se producen durante el tratamiento quimioterápico, las infecciones también pueden aparecer una vez finalizado el mismo. 

La celulitis infecciosa es la más frecuente en pacientes con linfedema, un trastorno que puede aparecer tras la extirpación quirúrgica de los ganglios linfáticos y que consiste en la hinchazón de la extremidad más próxima al lugar en el que se llevó a cabo la intervención. 

Todas las personas con linfedema siguen un tratamiento rehabilitador específico y deben extremar la higiene para reducir el riesgo de infecciones, así como evitar cualquier agresión en la piel (heridas, roces, quemaduras…). Aun con un buen cuidado, es posible que la infección haga acto de presencia y produzca síntomas, como enrojecimiento y dolor de la extremidad a lo largo de varios días, a veces acompañados de fiebre e inflamación de la zona. En estos casos, debes consultar a un dermatólogo para iniciar el tratamiento antibiótico lo más pronto posible. Generalmente los síntomas remiten en varios días.

Otro de los procesos más comunes es la candidiasis, una infección por hongos que afecta fundamentalmente a la boca y los genitales y que aparece con frecuencia como consecuencia del cambio que provoca el tratamiento en la flora de la piel. En este caso, las manifestaciones varían desde grumos blanquecinos, enrojecimiento o picor hasta molestias al tragar o al orinar. Para poner fin a este proceso infeccioso recibirás cremas antifúngicas, con o sin corticoides tópicos asociados. Generalmente es suficiente y no es necesario recurrir a la administración de comprimidos. Si la candidiasis es vaginal, los jabones que se utilicen para la higiene íntima deben de tener un pH no demasiado ácido (un pH inferior a 7 se considera ácido), pues los ácidos favorecen el crecimiento de la infección.

Dermatitis asociada a ostomías

Muchas personas operadas del aparato digestivo o urinario necesitan un estoma o bolsa de plástico que se adhiere a la piel y por donde expulsan las heces y la orina. El roce y la maceración irritan la dermis y causan escozor y mal olor. En estos casos, es importante mantener la zona seca y limpia, cambiar frecuentemente la bolsa y reajustarla siempre que sea necesario. También podrían recetarte un tratamiento con corticoides tópicos y soluciones secantes, así como cremas de barrera que eliminen la maceración de la zona.

Manchas marrones faciales o corporales

En ciertos casos, los tratamientos con quimioterapia son causa de hiperpigmentación en la piel, que se manifiesta en forma de manchas oscuras o marrones que pueden afectar a la cara, al cuerpo o a zonas localizadas en las que se ha inyectado el medicamento. Generalmente son transitorias y en unos meses acaban desapareciendo. Sin embargo, si quieres acelerar dicha desaparición o atenuar las manchas más persistentes, puedes utilizar una combinación de cremas despigmentantes, láser y peelings, siempre acompañada de protección solar de la zona. Estos tratamientos solo están indicados en ciertos casos, por lo que si estás interesado en recurrir a ellos debes consultarlo con tu dermatólogo.

Imperfecciones faciales

La mayoría de las alteraciones de la piel de la cara que deja la enfermedad o su tratamiento son sutiles, pero también más visibles debido a la zona donde se encuentran. Las imperfecciones faciales más frecuentes son las siguientes:

  • Pérdida de luminosidad, hidratación o tono cetrino.
  • Acentuación en exceso de los pómulos y hundimiento de los ojos. Como consecuencia de ello, se incrementa la flacidez de la piel.
  • Alteración de los poros, manchas vasculares o marrones, etc.
  • Hipersensibilidad de la piel al sol, a ciertas cremas o fragancias, tendencia al enrojecimiento, etc.

Cuentas con algunas alternativas para recuperar la luminosidad de la piel y homogeneizar su tono o textura. En este sentido, algunas terapias como la luz pulsada intensa, los láseres o la terapia fotodinámica mejoran las alteraciones en la coloración de la piel y logran una mejora estética importante. Para abordar los problemas de flacidez en la cara, la radiofrecuencia se presenta como una opción que podrías tener en cuenta. Esta terapia consiste en la administración de energía y calor que logran un estiramiento de la piel.

Una buena higiene e hidratación de la piel y una protección solar correcta ayudará a evitar la reaparición de manchas solares

Antes de optar por alguna de estas terapias, es aconsejable que hables con tu dermatólogo acerca de la idoneidad de alguna de ellas ya que, en tu caso concreto, podrían ser más recomendables unas que otras. Si estás interesado en recibir este tipo de tratamientos debes tener en cuenta que no podrás optar a ellos a través del Sistema Nacional de Salud y que su coste puede ser elevado.

Independientemente de la opción terapéutica a la que recurras, deberás combinarla con una buena higiene diaria a base limpiadores suaves, una hidratación adecuada (preferiblemente en formato serum, para obtener una máxima hidratación) y una protección solar correcta, con el fin de evitar la reaparición de las manchas solares tras el tratamiento. También podrás completarla con un maquillaje corrector adecuado. A lo largo de este capítulo encontrarás más información sobre cómo realizar la limpieza facial así como los productos cosméticos que son más recomendables para la hidratación del rostro y el maquillaje.

Dermatosis carenciales

Son los trastornos que afectan a la piel como consecuencia de una mala nutrición. Es muy frecuente en las personas que acaban de terminar un tratamiento oncológico, debido al aporte insuficiente de vitaminas y otras sustancias nutricionales. En el caso de que la carencia sea extrema, puede manifestarse como sequedad de piel, sangrado de encías, debilidad del pelo y las uñas, hematomas... En estos casos, lo más aconsejable es acudir a un especialista en nutrición para valorar el tratamiento más adecuado.

Cuida tu piel

Si tienes problemas dermatológicos como los que hemos comentado, tal vez hayas optado por alguna de las terapias mencionadas para eliminar los signos que el cáncer ha podido dejar en tu piel. Si aún sigues estos tratamientos, no uses ningún producto cosmético sin consultarlo con tu especialista. En caso contrario, elige los productos cosméticos más adecuados y sigue ciertas pautas de higiene, que te ayudarán a mantener la sensación de confort y bienestar.

Lávate las manos antes de utilizar cualquier cosmético o crema y evitarás el riesgo de que virus y bacterias de los dedos se extiendan por tu piel

La limpieza y la hidratación son la base del cuidado de la piel. Además, ahora probablemente tu sensibilidad sea mayor, y quizá seas también más vulnerable a las infecciones. Por eso, en este momento, es importante incorporar pequeñas rutinas, como lavarse las manos antes de utilizar los cosméticos o asegurarse de que los productos utilizados tengan los conservantes adecuados que garanticen una protección contra la contaminación bacteriana y por hongos. Es posible que ahora te convenga buscar productos específicos para piel sensible y también que los que mejor te sienten sean distintos a los que utilizabas antes de la enfermedad. 

Es recomendable que la higiene diaria se realice mediante duchas cortas y a temperatura templada. Nada te impide darte un baño largo o un hidromasaje cuando te apetezca, pero no abuses de ellos. Del mismo modo, te conviene utilizar una mínima cantidad de gel o jabón muy suave, que respete el pH de la piel, y después sécate con toques suaves y sin frotar. A continuación aplica una crema hidratante corporal en todo el cuerpo efectuando un ligero masaje e insistiendo especialmente en las zonas que notes más secas. Si prefieres no utilizar crema, una alternativa para formar esa película protectora contra la deshidratación es el aceite corporal. Aplica una pequeña cantidad al salir de la ducha, cuando todavía tengas la piel húmeda. No tengas problema en usar desodorante ya que sus componentes no dañarán tu piel. 

Las manos y los pies también precisan cuidados específicos ya que, tras el tratamiento, es habitual que aparezca un síndrome palmoplantar, es decir, un resecamiento importante de la piel de esas zonas del cuerpo. Es aconsejable recurrir a cremas hidratantes específicas que eviten la sequedad. 

Para el cuidado de los pies, la opción más eficaz es utilizar la crema hidratante por la noche, antes de acostarse. Si aplicas una capa gruesa y después te pones unos calcetines de algodón durante toda la noche, aumentarás su acción emoliente.

Con respecto a la crema de manos, los expertos aconsejan aplicar una cantidad generosa tantas veces al día como sea necesario. Al igual que en el caso de los pies, conseguirás aumentar su efecto hidratante si te la das por la noche y después te pones unos guantes de algodón o lino y los mantienes unos minutos.

Limpieza e hidratación facial

Tu rostro necesitará unos cuidados diferentes a los de tu cuerpo. El primer paso es mantener la piel limpia para, posteriormente, hidratarla. Aunque no te maquilles, límpiala por la mañana y por la noche para eliminar las secreciones de la piel y los restos de contaminación ambiental. Si utilizas maquillaje, sé aún más cuidadoso con la limpieza. Empieza por los ojos y, después, continúa con el resto de la cara.

Limpieza de los ojos y su contorno

El contorno de los ojos es una zona sensible y distinta al resto de la piel. Por ello, es aconsejable limpiarla con un producto específico. Empapa generosamente un disco de algodón y ponlo sobre uno de los ojos cerrados; déjalo unos segundos antes de empezar a retirarlo con extrema suavidad. Haz un movimiento vertical, de arriba abajo en el sentido de las pestañas, para evitar la caída de alguna que esté aún debilitada. Repite el proceso en el otro ojo, utilizando un disco de algodón nuevo para no trasladar cualquier problema o infección de uno a otro. Cuida de que no queden restos de máscara de pestañas, porque al resecarse pueden partir alguna pestaña durante la noche.

Limpieza facial

Puedes utilizar productos muy diversos en la limpieza facial. Para elegir el más adecuado en este período, es importante que tengas en cuenta lo siguientes consejos:

  • Utiliza cosméticos muy suaves y, si es posible, específicos para pieles sensibles.
  • Si usas productos de aclarado con agua, sécate la cara cuidadosamente, con pequeños toques, para eliminar bien la humedad, pues al evaporarse podría ocasionar una deshidratación adicional.
  • Ten en cuenta lo anterior en el caso de utilizar toallitas desmaquillantes.
  • Aplica el desmaquillador con movimientos suaves, evitando masajes enérgicos y retíralo con suavidad con un algodón seco o ligeramente humedecido con agua. 
  • Si utilizas un tónico para retirar el limpiador, opta por un producto libre de alcohol ya que, en tu situación, este ingrediente puede sumarse a los factores de deshidratación de la piel y tener efecto irritante. 
  • Una buena opción para terminar la limpieza es pulverizar la piel con un spray de agua termal, con acción calmante y anti-irritante, y secar la humedad residual unos segundos después.

Cuando tu rostro esté limpio, el siguiente paso es hidratarlo. Después de un tratamiento oncológico, la piel está más fina porque pierde parte de su textura y tiene una mayor tendencia a perder hidratación. Por ello, mantener esta de forma continuada y con un producto adecuado es la manera más rápida y segura de que tu piel vuelva a la normalidad. Puedes escoger el cosmético que te guste, pero antes ten en cuenta estos consejos:

  • Elige cosméticos que te ofrezcan garantías de calidad y seguridad y cómpralos en establecimientos fiables. 
  • Comprueba que su textura sea adecuada para tu actual tipo de piel (seca y sensible) y para tus gustos.
  • Respeta las pautas de higiene descritas con anterioridad.
  • Complementa la hidratación con productos que aporten nutrición y cuidados (como los serums) o tratamientos de noche. No es el momento de utilizar otros tratamientos más agresivos, como peelings o exfoliantes. Serán muy adecuados los productos que contengan ingredientes con propiedades reparadoras, dermocalmantes y anti-irritantes como, por ejemplo, el aceite de rosa mosqueta. Consulta al especialista en tu punto de venta habitual; él podrá darte más información sobre aquellos que contienen ingredientes con estas propiedades.

Si ya has elegido la crema hidratante más adecuada para ti, aplícala dos veces al día como mínimo, por la mañana y por la noche, y en cantidad suficiente. Cuida especialmente las zonas del rostro con mayor tendencia a la sequedad, como las aletas de la nariz, las comisuras de los labios, el contorno de ojos y los labios. Extiéndela con suavidad, evitando masajes agresivos y siguiendo las líneas de tu piel, en un solo movimiento. Es aconsejable elegir un producto específico para la hidratación del contorno de ojos. Aplícalo con suaves toquecitos, excepto en la zona del párpado móvil, para evitar que entre en contacto con el ojo y la consiguiente irritación.

Aunque es posible usar el mismo producto por la mañana y por la noche, si lo deseas puedes escoger una crema específica para la noche, con más poder nutritivo y regenerador.

 

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