1.4. El catéter venoso central: PICC, Hickman y reservorio

El seguimiento que paute tu médico no será el único motivo de tus visitas periódicas al hospital. Una de las citas más frecuentes es la dedicada al cuidado y mantenimiento del catéter venoso central. Entre ellos, el más común es el port-a-cath o reservorio, pero quizá tu especialista haya optado por otro tipo de catéter, como el Hickman o el catéter central por vía periférica (PICC).

El catéter venoso central reduce el desgaste de la piel y las venas

La mayoría de los tratamientos quimioterápicos se administran por vía intravenosa, ya que muchos fármacos de esta clase pueden resultar dañinos para la piel y los tejidos subyacentes. Aplicarlos directamente en las venas permite que circulen más rápidamente por todo el organismo. En este sentido, la quimioterapia puede administrarse a través de una vena pequeña del brazo o de la mano, o bien a través de un catéter colocado en una vena de mayor tamaño del pecho, del cuello o del brazo. Esto es lo que se conoce como catéter venoso central (CVC) o dispositivo de acceso vascular. Gracias a estos dispositivos se reduce el desgaste de la piel y las venas durante los constantes pinchazos que requiere el tratamiento. Además, permiten también realizar extracciones de sangre cuando es necesario.

El CVC se coloca por debajo de la piel y tiene muchas ventajas durante el tratamiento, pero también es posible que tu especialista considere necesario que lo mantengas, incluso, varios años después de haber finalizado la terapia. En estos casos, necesitarás un cuidado periódico específico por parte del equipo de enfermería del hospital, para garantizar su buen mantenimiento y evitar que se obstruya.

Existen distintos tipos de catéteres venosos centrales que requerirán unos cuidados específicos y con una periodicidad diferente. Los más utilizados son los siguientes:

  • Catéter central por vía periférica (PICC). Se introduce por una vena del brazo y llega a las proximidades del corazón. Una vez colocado, mediante un sencillo procedimiento no quirúrgico, puede permanecer insertado durante semanas o meses. Precisa cuidados de enfermería semanales para su adecuado mantenimiento. Los profesionales de enfermería limpiarán la zona de inserción y el área externa del catéter y cambiarán el apósito. Si el PICC está en reposo, hay que limpiar tanto la zona externa del catéter como la interna, y si es necesario, aplicar heparina, una sustancia que reduce la capacidad de coagulación de la sangre y evita la obstrucción del catéter.
  • Catéter venoso central canalizado (Hickman). Se introduce en el tórax a través de una vena grande, para llegar a las zonas cercanas del corazón, y se dejan en el exterior varios accesos al catéter. Precisa cirugía, aunque de mínima envergadura, para su colocación, y puede permanecer insertado hasta doce meses, aproximadamente. Igual que el PICC, precisa cuidados de enfermería semanales para garantizar su buen funcionamiento. Si la zona en la que se inserta (el manguito de dacron) está curada y en el lugar correcto, no es necesario el uso de apósitos. En el caso de que no se vaya a utilizar durante un tiempo prolongado, el personal de enfermería realizará un sellado con heparina, al menos una vez al mes, para evitar que se obstruya hasta su siguiente utilización.
  • Puerto implantable de acceso venoso (port-a-cath o reservorio). Este dispositivo tiene una forma circular y se inserta debajo de la piel, en el pecho o en la parte superior del brazo, mediante una intervención quirúrgica. Para acceder a él es necesario atravesar la piel con una aguja, que se retira cuando ya no precisas tratamiento. De esta forma, queda completamente aislado del exterior del cuerpo. Del reservorio parte un catéter que desemboca en una vena central, cerca del corazón. Es el catéter venoso central que se asocia a menos infecciones y el más duradero. De hecho, puede permanecer insertado durante años y solo necesita cuidados mínimos de enfermería cada mes.

El mantenimiento de estos dispositivos corre a cargo del equipo de enfermería. El objetivo es conservarlos en buenas condiciones. Durante el tiempo que se manipula el reservorio, existe la posibilidad de que un reflujo de sangre del paciente se almacene en su interior. Si esta sangre permanece dentro del dispositivo aumenta el riesgo de que se acumule y se seque dentro de él, con lo que obstruiría el catéter. Para evitarlo, necesitarás acudir al hospital o al centro de salud cada mes o cada tres semanas.

Los pasos que dará el profesional de enfermería para el cuidado y el mantenimiento del reservorio son los siguientes:

  1. En primer lugar, palpará la zona para determinar la situación del reservorio y limpiará el área alrededor del punto de inyección con un producto antiséptico, realizando movimientos de rotación de dentro hacia fuera, sin volver al mismo sitio. Cuando la piel se haya secado, aplicará un poco de alcohol.
  2. Introducirá una aguja especial para la punción del reservorio que llegue hasta el fondo de la cámara. Notarás el impacto de la aguja en el fondo del port-a-cath. A través de esta aguja se inyectará suero fisiológico para purgar el sistema.
  3. Realizará una aspiración para comprobar la salida de la sangre y, a continuación, lavará el sistema con suero fisiológico. Después, si es necesario, colocará un apósito.
  4. Si tu reservorio aún se utiliza para la extracción de muestras de sangre o analíticas, extraerá y desechará al menos cinco centímetros cúbicos de sangre antes de obtener la muestra deseada. Después, volverá a limpiar el reservorio con suero fisiológico.
  5. Para finalizar el proceso del cuidado del catéter, te inyectarán dentro del dispositivo una solución de heparina y suero fisiológico. La heparina es una sustancia que reduce la capacidad de coagulación de la sangre y, de esta forma, evita la obstrucción del reservorio.
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