1.5. La ira

La ira es una de las emociones básicas humanas y se caracteriza por un estado de ánimo en el que predominan la agresividad y el enfado. Es una reacción totalmente normal y, por lo general, sana. Como toda emoción tiene una función, que es activar tu organismo para la superación de un obstáculo. Sin embargo, cuando se mantiene durante mucho tiempo, suele generar malestar no solo en el ámbito físico, sino también en el de tus relaciones sociales.

La ira suele ser consecuencia de los cambios que se han producido a causa de la enfermedad o de los tratamientos: dificultades para retomar la vida anterior, sensación de incapacidad, efectos secundarios de las terapias, aspectos económicos o dificultades sociales.

En el plano físico, hace que el organismo esté demasiado activo, lo que puede afectar a la tensión arterial o al sistema gastrointestinal, o agravar problemas respiratorios, entre otros.

La irritación constante que causa la ira desencadena a veces otras emociones, como la tristeza, el temor, la rabia, la frustración… y pensamientos del tipo: «¿por qué a mí?», «nadie me entiende», «no es justo que yo haya pasado por esto», «yo no merezco esto», «qué sabrán ellos por lo que yo he pasado». En todos estos casos, las reacciones de furia se convierten en el vehículo de expresión. Si la ira se acaba convirtiendo en tu única forma de reacción, es posible que tengas dificultades para canalizar las emociones de otros modos menos dañinos.

IRA

No todas las personas son conscientes de que están especialmente irritables. Normalmente son sus allegados los que comienzan a darse cuenta de ello. En estos casos, los intentos de la familia por ayudar y apoyar pueden fracasar o generar más irascibilidad.

Para hacer frente a este estado de ánimo, tanto si eres tú el que te encuentras especialmente irascible como si se trata de un familiar, conviene reflexionar sobre la ira y la forma en la que se expresa. El propósito será encontrar una manera de vehiculizar esos sentimientos de forma menos destructiva. Para conseguirlo, es fundamental el diálogo con tu entorno y crear un espacio de comprensión que facilite el autocontrol y te permita encontrar las causas para poder paliarlas.

Si eres tú quien tiene reacciones de ira

Tras la experiencia vivida, tienes derecho a sentir ira, pero también forma parte de tu responsabilidad gestionarla y encontrar formas más adecuadas para expresar tus sentimientos. Es un error pensar que otros tienen la culpa de lo que puedas sentir, o creer que no eres capaz de evitar estas reacciones.

Por supuesto, el entorno y las circunstancias derivadas del proceso oncológico juegan un papel importante en tu estado de ánimo, pero debes intentar encontrar vías de expresión que te ayuden a sentirte mejor, a ti y a las personas que te rodean. A continuación te ofrecemos algunas pautas de manejo que se centrarán en lo que puedes hacer tú para encontrarte mejor, y no tanto en lo que deben hacer los demás. Tras el cáncer, tienes derecho a disfrutar de tu vida, de tus relaciones, de tus éxitos, y una ira excesiva no te permitirá hacerlo.

Todos tenemos derecho a sentir ira, pero también somos responsables de cómo la expresamos o gestionamos

El primer paso para controlar la ira pasa por identificar que algo está ocurriendo. Algunos síntomas que te ayudarán a darte cuenta: encontrarte especialmente triste, nervioso, sentirte aislado y dañado, notar cierto enrojecimiento del rostro o acaloramiento, los enfados constantes, un tono de voz elevado o más gesticulación. Es posible que, en la mayoría de los casos, no seas consciente de tus reacciones de ira. Quizá sientas mayor tristeza, aislamiento, incomprensión o inadecuación y, tal vez, tu entorno social se aleje progresivamente de ti por lo difícil que les resulta ofrecerte apoyo. Por tanto, es conveniente que identifiques lo antes posible esta emoción y, para ello, es fundamental contar con la colaboración de las personas más cercanas.

¿Cómo manejar la ira?

  • Obsérvate para ser consciente de los cambios corporales que se producen cuando te enfadas. Así tendrás un mayor control de la situación que te permitirá atajar la ira desde el inicio.
  • Tómate tiempo para relajarte. Te ayudará a controlar tus pensamientos con el fin de no perder tus objetivos y ser más eficaz.
  • No se trata de aguantar o ceder ante las opiniones de otros, sino de reajustar tus reacciones en función de la importancia real de cada situación, evitando dejarte llevar por los pensamientos que, a veces, desatan la ira.
  • Es importante no reaccionar basándose en lo que podrían pensar los demás, sino hacerlo ante hechos explícitos.
  • Identifica y reevalúa las causas de tu ira. Hazte preguntas como: «¿por qué me siento molesto?», «¿Es adecuada mi reacción o puede ser exagerada?», «¿De verdad es tan terrible?», «¿Es cierto que lo ha hecho a propósito?», «¿Existe otra explicación posible?»
  • No suele ser necesario resolver una discusión nada más producirse. Quizá sea beneficioso tomarse un respiro, con el fin de ver la situación que ha generado la ira con cierta perspectiva. De esta forma, lograrás alejarte emocionalmente y observar los problemas con distancia.
  • Reflexiona acerca de lo que provoca el enfado o la frustración con el objetivo de identificarlo y buscar posibles soluciones. Es decir, «¿qué puedo hacer para encontrarme mejor y solucionarlo?» o «¿cómo puedo explicarlo para que me ayuden a disminuir mi malestar?»
  • Una opción para evitar que el malestar se generalice a quienes tenemos alrededor es hablar en primera persona, es decir, adueñarse del sentimiento de enfado. Para ello, utiliza los «mensajes yo». Son aquellos con los que expresas al otro cómo te estás sintiendo, tus opiniones o tus deseos y preferencias. Con este tipo de mensajes, no culpabilizas al otro por lo que piensas, sientes o necesitas y dejas abierta la posibilidad de diálogo y de solución. En contraposición, los «mensajes tú» son aquellos que descargan la responsabilidad de tu emoción en la otra persona, sin darle otra opción. Estos mensajes pueden provocar resentimiento y dificultar la comunicación.
  • Siempre será útil el uso de técnicas de relajación y la práctica de ejercicio físico y de actividades distendidas, las cuales te permitirán reducir la tensión, lograr mayor bienestar físico y distraerte al focalizar la atención en otros aspectos.
  • Busca momentos de desahogo emocional. En algunas ocasiones el llanto es un buen drenaje.
  • Aceptar tus circunstancias es el primer paso para poner los medios necesarios que te hagan sentir mejor y, a raíz de ello, buscar una solución para tus dificultades (ver anexo Solución de problemas al final de este capítulo).
  • Trata de buscar la empatía. Ponerte en el lugar de tus allegados te ayudará a moderar tus conductas impulsivas.
  • Cambia la frase «estoy enfadado» por «me gustaría que...». Te dará una opción para el cambio.
  • Aplica técnicas de solución de problemas que te permitan canalizar la energía y faciliten la resolución beneficiosa de los conflictos. Encontrarás más información en el anexo Solución de problemas al final de este capítulo.

Si es alguien cercano a ti quien tiene reacciones de ira

Si es una persona de tu entorno la que presenta reacciones de irascibilidad, puede ayudarte buscar las causas de lo que le está ocurriendo. Tratar de expresar cómo te hace sentir es un buen punto de partida.

Habrás vivido las consecuencias de las reacciones de ira y, en esos casos, habrás procurado ayudar sin saber cuál es la mejor forma de hacerlo. Será necesario consensuar espacios de diálogo que permitan compartir sentimientos y necesidades, favorecer la empatía y buscar vías para utilizar formas alternativas de expresión.

La asertividad es una manera de comunicarse con la que la persona es capaz de expresar lo que siente sin herir al otro, dejando margen para que los demás puedan ayudarle en tu malestar. En este sentido, es útil el uso de los «mensajes yo».

¿Cómo manejo la ira de otra persona?

  • Procura no tomarte las reacciones de ira como algo personal o dirigido hacia ti. Es posible que las respuestas irascibles oculten frustraciones, tristeza o preocupaciones que esa persona tiene y que no encuentre la manera de canalizarlas.
  • Pregúntale qué le preocupa. Este acercamiento puede ayudarle a reorientar su atención y expresar sus sentimientos.
  • No se trata de tolerar reacciones agresivas, sino de allanar el camino al otro para que logre manejar mejor su ira.
  • Permítele tiempo para el desahogo y para la reflexión. No todas las discusiones tienen que resolverse inmediatamente. Es posible que este tiempo le permita modular sus reacciones.
  • Muéstrate accesible para ayudarle a resolver los problemas que están causando su malestar, pero sin hacerle olvidar su responsabilidad de autocontrolarse.
  • Expresa los sentimientos que te producen sus reacciones mediante «mensajes yo» adueñándote de los mismos y ofreciéndole alternativas de conducta que te harían sentir mejor. Puedes seguir las pautas incluidas en el anexo Solución de problemas.

La irritabilidad o la ira suelen convertirse en un enfado constante que desencadena impulsividad o agresividad, que provocan situaciones de difícil control con tus allegados. Si sientes que la ira está teniendo un impacto en tus relaciones y en tu bienestar y te resulta difícil manejarla, te será útil el asesoramiento de un psicooncólogo. Este profesional te ayudará a encontrar las causas de la irritabilidad, que suelen estar relacionadas con la tristeza, el sentimiento de culpa, la baja autoestima o el miedo. Igualmente, si la ira afecta a un familiar, te proporcionará estrategias que os ayudarán a manejarla.

 

¿Es beneficioso sacar todo tu enfado hacia fuera?

Aunque la ira es una emoción normal, no es adecuado que se convierta en tu única manera de responder. Lo más correcto es canalizar la energía que produce el enfado de forma que sea beneficiosa para ti y no tan destructiva para los que te rodean. La responsabilidad de controlar tus emociones es tuya, por tanto obsérvate para ser consciente de por qué surgen las reacciones de ira. Esta observación te permitirá, además, ajustar al máximo tus pensamientos a la realidad, buscar soluciones y adueñarte de la emoción en vez de arrojársela a los otros.

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CAPÍTULOS

0-Manual1-Volver-a-la-normalidad2-Atencion-medica3-aspectos-emocionales4-autocuidado-y-bienestar5-opciones-legales6-asociaciones-de-pacientes

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