1.1. ¿Por qué es beneficioso el ejercicio físico?
Según los especialistas, las personas que practican algún deporte en su tiempo libre viven más. Esto es, en parte, porque el ejercicio físico reduce el riesgo de tener procesos cardiovasculares, como el infarto o los accidentes cerebrovasculares (trombosis, embolias o hemorragias cerebrales). Y además, porque quienes hacen alguna actividad deportiva tienen menos osteoporosis, hipertensión arterial y depresión.
Lo que muchas personas no saben es que la práctica regular de ejercicio disminuye el riesgo de tener cáncer de mama y de colon, y es probable que también de otros tumores. De hecho, hay datos que demuestran que la probabilidad de recaídas y de nuevas neoplasias es menor cuando se hace deporte. Así, varios estudios del máximo rigor científico ponen de manifiesto que las personas con antecedentes de cáncer de mama o de colon que practican ejercicio recaen menos y tienen más probabilidades de curación que las sedentarias. Aunque no se conocen los mecanismos que causan este efecto, parece que puede ser debido a factores hormonales, inflamatorios u otros que intervienen en los mecanismos de oxidación.
Del mismo modo, otra investigación ha demostrado que las personas que dedican 150 minutos a la semana a una actividad moderada, o 75 minutos a otra más enérgica o vigorosa, y mantienen un peso normal, viven una media de siete años más que las inactivas y obesas. Y también en las personas obesas la esperanza de vida es mayor (tres años y medio más) cuando hacen deporte que cuando no lo hacen.
Huir del sedentarismo es otro aspecto clave: procura que tu principal pasatiempo no sea estar sentado. Utiliza las escaleras en vez del ascensor, pasea mientras hablas por teléfono o haz los trayectos cortos caminando, en lugar de desplazarte en coche.
No hay que olvidar, de todos modos, que el ejercicio no siempre está exento de riesgo. Algunos tipos de actividad pueden producir lesiones en los músculos o los huesos. Y otros, especialmente los de alta intensidad, podrían tener como consecuencia accidentes cardiovasculares. Sin embargo, este tipo de eventos son muy poco frecuentes y, si tenemos en cuenta el balance riesgo-beneficio, la actividad física está recomendada.